El PP y Sevilla

Beltrán Pérez sabe que, como Juanma Moreno en la Junta, sólo será alcalde si se le aparece Vox

03 de marzo 2019 - 02:32

El Partido Popular se ha permitido en Sevilla, en su Ayuntamiento, que es donde se refleja lo que le importa la ciudad, un lujo de esos que es muy difícil comprender y que se terminan pagando. Durante tres años estuvo ausente de su papel de oposición y dejó hacer al gobierno del socialista Juan Espadas sin ejercer una fiscalización efectiva, como era su obligación. Ahora, desde hace un año, intenta ganar el terrero perdido gracias al entusiasmo que le pone a la tarea su candidato, Beltrán Pérez. Pero Sevilla es mucha Sevilla: los tres años de ausencia pesan como una losa y evidencian las muchas debilidades que arrastra el partido. Cuando Juan Ignacio Zodio perdió ganando -o ganó perdiendo- las elecciones locales de 2015, tras haber dispuesto de una mayoría apabullante en el mandato anterior, el Partido Popular se dedicó a los navajazos internos con entusiasmo digno de mejor causa. Zoido, que tuvo que ceder la Alcaldía a Juan Espadas gracias al pacto entre los socialistas y la extrema izquierda, se quitó de en medio en cuanto pudo rumbo a Madrid. Dejó a los suyos enfrascados en la pelea y sin ocuparse demasiado de lo que pasaba en el Ayuntamiento.

El resultado fue que en el periodo que va desde 2015 a 2018 el alcalde Espadas no tuvo en la práctica una oposición organizada digna de ese nombre. Al lío del PP se sumaba la inoperancia política de la extrema izquierda, tanto de IU como de la marca local de Podemos, y la nulidad de Ciudadanos en manos de un portavoz que al final ha salido escaldado de la experiencia, provocándole además un roto a una formación política destinada, por fortaleza de marca, a crecer y a crecer mucho en la ciudad.

Hace un año volvió el sentido común al PP: nombró a Beltrán Pérez como candidato y puso sordina al griterío interno. Desde entonces se puede decir que en el Ayuntamiento de Sevilla hay una oposición que funciona como tal. Pero a Beltrán Pérez, al que no le faltan ni ambición ni conocimiento de la política municipal, se le notan demasiado las prisas, la improvisación y el afán de ocupar espacios mediáticos. Ha tenido algún acierto, como conformar un consejo ciudadano con profesionales prestigiosos en diversos campos, y también fallos, como el de cortocircuitar la ampliación del tranvía pensando más en sus propios intereses políticos que en los proyectos de futuro para la ciudad y no ha dudado en jugar con el Metro como argumento electoral. Beltrán tiene prisas porque sabe que sus posibilidades de ocupar la Alcaldía no son demasiadas. Depende, como le ha ocurrido a Juanma Moreno en la Junta de Andalucía, de una carambola que haga que el PP no se hunda, Ciudadanos no se levante demasiado y, sobre todo, de que se le aparezca Vox. Así están las cosas.

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