La lluvia en Sevilla

Peatonalizar para el peatón

Desde que se peatonalizó la calle San Jacinto, no hay quien ande por la calle

Disculpen el trabalenguas y la aparente obviedad: sostengo que se ha de peatonalizar pensando ante todo en los peatones y en la preservación a la vida cotidiana del entorno. Hay zonas de Sevilla que, más que peatonalizadas, han sido descolonizadas de coches. No está mal, pero de ahí a llamar peatonal a una calle, plaza o avenida en la que los autos han sido suplantados por tantos veladores, braseros para el cogote, sombrillas y parapetos para que los viandantes no molesten con su tránsito a los comensales y otros tantos elementos fijos o semovientes, lo veo excesivo. Para colmo, algunas de esas zonas han sufrido una metamorfosis de tal calibre en sus comercios, bares y precios, que han terminado por expulsar del lugar a los aborígenes de a pie. Una calle sin tránsito de coches que es gentrificada, ocupada por mobiliario privado, encarecida e impracticable no se debiera calificar de peatonal.

Casos representativos de zonas sin coches que resultan poco peatonales quizá sean la plaza Calderón de la Barca, la Avenida de la Constitución, San Fernando o el primer (o último, depende de dónde vengas) tramo de San Jacinto. El caso de esta última calle es sonado; ahora más incluso, que se ha limitado el tránsito de bicis, como si acaso esa fuese la solución al estridente carajal. Desde que se peatonalizó San Jacinto, no hay quien ande por la calle. Cuando paso por allí, caminando por donde puedo -generalmente entre pegada a la pared y donde comienzan los veladores-, he de tener especial cuidado de no colisionar con los camareros que van y vienen con la comanda. No sostengo que todas las zonas libres de coches sean antipeatonales, sostengo que no todas las zonas libres de coches son peatonales. Por tanto, para las recientemente peatonalizadas o en vías de ello (paseo de Torneo, Magdalena, Mateos Gago, Baños, Cruz Roja…), propongo observar con celo que lo sean de veras, certificar que donde había coches ahora haya vecinos encontrándose o la chiquillería jugando en la plaza. Más valdría preservar, de paso, dichos espacios de la gentrificación y la usura. Peatonalizar un espacio no es convertirlo en la T4 de Barajas, sino devolverle al barrio su fuerza vital.

Estoy tan a favor de la peatonalización que pido reservar su dulce nombre a las calles sin tránsito de coches que no nos intimiden ni desplacen a aquellas otras donde hay tráfico. Si una calle peatonalizada no es más transitable ni verde, ni conserva sus comercios tradicionales, ni tiene más banquitos, ni es más cívica, viva, ni más amable para los mayores, los chaveas y las vecinas, no es peatonal, es otra cosa. Llámenlo equis.

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