Crónica Personal

Pedro Sánchez y la Monarquía

Es ridículo que un jefe de Gobierno exprese públicamente su apoyo a la Constitución. Se da por hecho

Pedro Sánchez ha vuelto a provocar un titular al declarar su apoyo a la Monarquía. Excusatio non petita accusatio manifesta. l que se disculpa sin que nadie se lo pida está asumiendo que hay motivos de acusación.

Es ridículo que un jefe de Gobierno exprese públicamente su apoyo a la Constitución. Se da por hecho. En su declaración de apoyo, ha caído una vez más en la falsedad al afirmar que "este Gobierno" respeta la Monarquía parlamentaria. ¿La respeta su vicepresidente segundo o su ministro Alberto Garzón? No es esa la percepción que tiene la mayoría de los españoles, uno y otro no pierden ocasión de insistir en su objetivo de convertir España en una república y además hacen alarde de distanciamiento con el Rey, cuando no de desdén. Uno de los últimos ejemplos, el viaje de don Felipe a la toma de posesión del nuevo presidente de Bolivia. Se apuntó Iglesias, que no pintaba nada en ese viaje excepto su simpatía por los dirigentes de la izquierda indigenista. Iglesias no ejerció como miembro de la delegación oficial española que presidía el Rey, sino que se montó un programa paralelo.

Si Sánchez respeta la Constitución, ya podría exigir a sus ministros que no se muestren tan despectivos con ella. Si respeta la Monarquía, ya podría decir a sus ministros que no se muestren tan despectivos con el Rey. Él mismo podría expresar su respeto a la Constitución negándose tajantemente a acoger en sus brazos a partidos que abominan de la España constitucional.

Si Sánchez respeta la Monarquía, que visualice ese respeto, que lo demuestre, como han hecho todos y cada uno de sus antecesores, algunos de ellos, los socialistas Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, de convicciones republicanos pero que defendieron sin fisuras el texto constitucional y al jefe del Estado, al Rey, con una colaboración mutua ejemplar. Sánchez, sin embargo, ha hecho alarde de falta de cercanía con el Rey Felipe, no ha dado el obligado visto bueno del Gobierno a alguna de sus presencias en actos en los que estaba previsto que acudiera y, lo que es más grave, ha callado ante ataques verbales a la Monarquía y al Rey, algunos de ellos procedentes de miembros de su Gobierno. Como tampoco ha tomado iniciativas para que la Fiscalía actuara ante ultrajes al Rey y a la Corona.

Aunque tampoco lo ha hecho ante ultrajes a la bandera, lo que también indica el grado de respeto del actual presidente por España y sus símbolos. No hay un solo presidente de países democráticos que no honre y obligue a honrar su himno y su bandera.

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