David Fernández

Pregón del se acabó lo que se daba

11 de marzo 2012 - 01:00

CÓMO ha cambiado el cuento. Los políticos, como cualquier especie animal, han cambiado el chip para adaptarse al medio. Durante décadas, te prometían en campaña desde un piso gratis a lo mucho que te iban a dar en el futuro inmediato: hospitales, autovías, ciudades de la justicia, aeropuertos, menos impuestos, más ingresos y jamón de pata negra para todos... Al acceder al poder y tras pagar las facturas pendientes, cumplían la mitad de la mitad, sólo hay que mirar alrededor, pero quedaban de lujo. Ahora -tremenda recesión mediante- te prometen lo mucho que te van a quitar para ganarse tu confianza. Del arte de lo posible han pasado al se acabó lo que se daba. De aperitivo y en tono solemne te garantizan, como si fuera tan fácil, que "nosotros no caeremos en la corrupción". Un detalle, que se agradece. Y a continuación, te hablan como el ejecutivo del comité de riesgo de cualquier tabanco: "Hoy no se fía y mañana tampoco". Es lo que marcan sus asesores de comunicación o, como se conoce en el mundo anglosajón por su facilidad para curvar la realidad, los spin doctors. En su empeño por demostrar que tienen la tijera más grande, los candidatos parecen pregoneros a veces: "Se acabó el despilfarro público, no más tranvías, viva la optimización de recursos. Para ahorrar, también bajaremos los sueldos a todo quisque, incentivaremos el uso del tupperware, eliminaremos la administración periférica"... Saben que el personal ahora escucha con mucha atención, pendiente de cada euro, y basta que uno prometa una nueva autovía para que su adversario denuncie tal barbaridad. La clave está en comprobar hasta dónde aguantan los electores frente a tantas rebajas en esta carrera sin freno por un puñado de votos. Porque de prometer miles de puestos de trabajo a asomar miles de familias al paro, que es de lo que se trata cuando cae la inversión pública, dista un mundo de inseguridad. Lo fácil es salir del paso vendiendo al respetable que la mejor solución para combatir la crisis es volver a la playa con filetes empanados, tortillas y los pimientos asados. Esto no tiene mérito. Lo difícil es ilusionar y mantener las cotas alcanzadas desde el esfuerzo, dentro de un orden y con un horizonte posible.

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