José Luis De Justo Alpañés (Presidente De La Real Academia Sevillana De Ciencias)

Premios para jóvenes investigadores

El autor repasa la historia de los premios Maestranza y Academia de las Ciencias.

05 de agosto 2014 - 06:58

EL premio es algo que ennoblece y estimula a quien ha demostrado su esfuerzo en algo y se concede desde tiempo inmemorial. Los premios deben ser justos. Si no lo son, producen resentimiento en quien mereciéndolo no lo consigue y vanidad en quien sin merecerlo lo alcanza. La calidad de los premios no depende solamente de su cuantía. Se podría decir que ese dato no es ni siquiera fundamental. Todos hemos oído hablar de presiones sobre el jurado en premios literarios bien dotados.

Pero hay dos premisas fundamentales en los premios que son la calidad del jurado y la calidad de los premiados. La calidad del jurado depende de dos cosas: su capacitación y su independencia e incorruptibilidad. La calidad de los premiados es consecuencia de la calidad del jurado. Así por ejemplo, la razón principal del prestigio de los premios Nobel, al menos en sus vertientes científicas, deriva de la calidad de los premiados, consecuencia de la calidad del jurado. Con motivo de cumplirse el 25 aniversario de los premios para jóvenes investigadores de la Real Maestranza de Caballería y la Real Academia Sevillana de Ciencias conviene presentar una breve reseña de estos premios.

El 12 de octubre de 1989 se convocaron conjuntamente sendos premios Real Maestranza de Caballería y Academia Sevillana de Ciencias, dotados cada uno con 250.000 pesetas para científicos, vinculados a la provincia de Sevilla, que al 30 de noviembre de 1989 no sobrepasaran la edad de 38 años. Esta edad se rebajó posteriormente a 35 años.

El jurado ha estado siempre formado por un vocal de cada sección de la Academia y presidido por el presidente de la Academia. El primer jurado estuvo integrado por los siguientes miembros: Francisco González García (presidente); Carlos Gómez Herrera (vocal de Química); Gonzalo Madurga Lacalle (vocal de Física); José Luis Vicente Córdoba (vocal de Matemáticas); y Benito Valdés Castrillón (vocal de Biología).

La Academia Sevillana de Ciencias es un organismo creado por Real Decreto 102/1985, de 15 de mayo, de la Junta de Andalucía. La Academia nace con cuatro secciones: Matemáticas, Física, Química y Biología, y con tres miembros fundadores por parte de cada una de las secciones.

Desde entonces la elección de nuevos miembros de la Academia ha seguido un estricto criterio de calidad. Una prueba de ello son los honores conseguidos por nuestros Académicos, entre cuyos miembros tenemos un premio Nobel de Química, tres premios Príncipe de Asturias y ocho premios Jaime Primero. Aparte de estos premios punteros, son innumerables los académicos que han conseguido otras distinciones importantes, como son premios nacionales o de Andalucía de investigación, encomiendas, cruces, órdenes, medallas, honores y distinciones, su nombramiento como miembros de reales academias nacionales o de la Academia Europea, medallas de Andalucía, premios Fama de la Universidad de Sevilla, Focus, doctores honoris causa...

Nuestra academia se considera heredera de otros científicos sevillanos, como San Isidoro de Sevilla y Antonio de Ulloa. El primero escribió, durante el período visigodo y en el siglo VII, los veinte tomos de las Etimologías, que resumen todo el saber de su tiempo: gramática, retórica, dialéctica, matemáticas, geometría, música, astronomía, medicina, derecho, geografía, historia, zoología, antropología, geología, agricultura, jurisprudencia, construcciones. Por cierto, que San Isidoro y San Leandro han sido sustituidos, en los membretes de la cuna del saber, la Universidad de Sevilla, por la Fama (¿la mensajera de Júpiter?). ¿Quién habla hoy en día de San Isidoro? Cuidado, ¡que en el plano científico no tenemos tantos nombres!

Antonio de Ulloa nace en Sevilla en el siglo XVIII. Insigne geodésico y científico español, descubrió el platino y fue elegido fellow de la prestigiosa Royal Society de Londres. Nuestra Academia imparte conferencias de divulgación científica o de pura ciencia, edita monografías y memorias. Recientemente está impartiendo un ciclo sobre Historia y Filosofía de la Ciencia, en colaboración con la Facultad de Química, con conferencias de gran calidad y presencia de público.

El Jurado propuso, y la Junta General del 26 de diciembre acordó, adjudicar el Premio Academia Sevillana de Ciencias al doctor don Agustín Rodríguez González-Elipe por sus trabajos sobre la química de los procesos de adsorción en superficies de óxidos metálicos, y el Premio Real Maestranza de Caballería de Sevilla al doctor Tomás Domínguez Benavides en razón a su extensa investigación en el campo de los sistemas dinámicos y sus aplicaciones.

El año 1990 volvieron a convocarse los premios con la misma denominación, pero aumentando su cuantía a 300.000 pesetas. El 29 de abril de 1991, el jefe de la Casa Real, en nombre del Rey, comunicó a la Academia la concesión del título de Real, con lo que la Academia pasó a llamarse, desde entonces, Real Academia Sevillana de Ciencias. A partir de la convocatoria de 1991, el premio Academia Sevillana de Ciencias pasó a llamarse Real Academia Sevillana de Ciencias, aumentándose su cuantía a 500.000 pesetas.

En junta general extraordinaria de 26 de enero de 1993, la Academia aprobó la creación de dos nuevas secciones con los nombres de Ciencias de la Tierra y Tecnología respectivamente. Esta ampliación fue ratificada por la Junta de Andalucía en el nuevo estatuto aprobado por Decreto 319/2010 de 22 de junio. A partir del año 1996, la Real Maestranza de Caballería incrementó el número de sus premios a dos, por lo que a partir de este año se convocan tres premios. Actualmente la cuantía de cada premio es de 6.000 euros.

En todos los casos la actuación del jurado ha sido impecable, eligiendo a los mejores, y una prueba de ello está en la brillante trayectoria que posteriormente han seguido los premiados. Así, entre los 69 premiados hasta ahora hay 21 catedráticos de Universidad, 19 profesores titulares de Universidad, 4 profesores de Investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, entre ellos un Coordinador de Área del CSIC, 4 directores de centros de investigación, un vicerrector de la Universidad de Sevilla, un vicedirector de Investigación de la Estación Biológica de Doñana, dos presidentes de sociedades científicas, un premio de investigación Javier Benjumea, dos académicos numerarios de esta Real Academia.

La presencia de la mujer en la Ciencia y la Tecnología se debe hacer cada vez más aparente. En una estadística realizada por la Fecyt hasta el año 2004 se deduce que de 502 galardonados con el premio Nobel hasta esa fecha sólo 12 fueron mujeres, y es deseable que esto vaya cambiando. Pero para ello hay que liberar a la mujer de las muchas trabas que tiene para su desarrollo, lo que corresponde a los poderes públicos. No sería una solución razonable el decretar que a partir de ahora la concesión de los premios Nobel debiera ser paritaria. De los tres académicos electos en nuestra corporación hay por primera vez una mujer, y esperamos que esta tendencia se consolide en el futuro.

No es fácil, a veces, adscribir un premio a una determinada sección. Sin embargo se ha hecho un esfuerzo para así hacerlo, obteniéndose los resultados que figuran en la tabla. Estas cifras merecen una reflexión. La distribución de premios parece lógica, con la excepción de los concedidos a las secciones de Ciencias de la Tierra y sobre todo Tecnología, dada la importancia y la extensión que tienen estas últimas enseñanzas en los baremos internacionales relativos referidos a la Universidad de Sevilla. Hay que tener en cuenta que, a nivel internacional, en este sector se publica menos, lo que no quiere decir que las publicaciones sean de menor calidad.

La Real Academia Sevillana de Ciencias quiere agradecer a la Real Maestranza de Caballería la confianza depositada en ella, al cederle la elección del jurado y respetar todas sus decisiones. También quiere agradecer su generosidad, por la concesión de los dos premios que llevan el nombre de Real Maestranza de Caballería. La Real Maestranza de Caballería se ha convertido en el gran mecenas de la cultura y de la ciencia en nuestra ciudad, y, en estos tiempos de crisis, mantiene esta función. La brillantez del acto de entrega de premios, al que asiste lo más selecto de la sociedad sevillana, nos hace recordar a los príncipes del Renacimiento que ejercieron una labor semejante.

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