COMO a usted, siendo alguien en el mundo del fútbol, se le ocurra criticar el despilfarro de Florentino, a usted le cae una campaña de abrigo desde la hagiografía siempre de guardia en la vela de los intereses madridistas. El último en salir a la palestra ha sido Silvio Berlusconi, que califica de sacrilegio el dineral -50.000 millones de pesetas, una pastoriza indecente- invertido en fichajes por el Realísimo y hasta le han sacado a relucir sus aventuras con la hetaira que vino el otro día a Antena 3 a rentabilizar sus artes en el tálamo. ¿Qué tendrá que ver una cosa con la otra y cómo puede contragolpearse una crítica con una injuria?

Ferguson, Hoennes, Platini, el arzobispo de Barcelona, uno que era de la casa como Vicente del Bosque, Cruyff, Beckenbauer, Wenger y hasta Joan Laporta, que mejor calladito por haber hecho lo mismo con la compra de Ibrahimovic, todos éstos y muchos más han criticado el dispendio madridista y ninguno se ha escapado del contragolpe de unas trincheras mediáticas que se muestran más papistas que el propio Papa, pero que muchísimo más. Apelan a la envidia, mayormente cochina, que es la envidia más efectiva a la hora del insulto y la cosa, y se comportan como el ejército que el Realísimo emplea para neutralizar cualquier corriente de opinión en contra.

Hasta publican viñetas en las que sale el Papa iracundo arremetiendo contra la beatífica figura de Florentino. Debe ser una alegría que un club cuente con una batería de medios tan nutrida. ¿De forma desinteresada? Aparentemente sí, pero como la conexión Xabi-Kaká-Cristiano no funcione, la que les puede caer será inconmensurable. Y aquí viene la pregunta del millón, esa pregunta a la que recurro periódicamente sin que sea objetivamente soluble. ¿Los medios le dedican tanto espacio al Realísimo por su importancia o la importancia llegó por la atención que le dedican esos mismos medios? No sé, pero ose usted criticarlo y verá la que se le viene encima...