Juan Luis Pavón

Receta política para enfermar

PASA LA VIDA

04 de agosto 2012 - 01:00

PARA compensar el retraso en el pago a los farmacéuticos, la clase política provoca con su dialéctica más nivel de ansiedad en la población, con el fin de que aumente la demanda sin receta de tranquilizantes o de antidepresivos. Hablan como genéricos caducados cuyo principio activo es la demagogia.

Diego Valderas desbarra calificando de "declaración de guerra económica-financiera" el plan Montoro. Evitemos la palabra guerra, señor vicepresidente. Su escalada verbal va a provocar que los ancianos recobren la memoria histórica de acaparar alimentos, por si acaso.

Ignacio García, diputado andaluz de IU, secunda la dialéctica de su jefe y acusa al Gobierno central de "plantear una especie de golpe de Estado de guante blanco". ¿El partido más votado es una especie de golpista?

El secretario general del PP andaluz, José Luis Sanz, alcalde de Tomares, debió ahorrarse decir que "la consejera Aguayo ha conseguido que también la Unión Europea sepa que Andalucía es insolvente". Modere las generalizaciones y sepa modular la diferencia entre la crítica a la Junta y la defensa de todo lo solvente que hay en Andalucía.

El presidente Griñán ha provocado más estrés a las familias por los ejemplos que eligió para cifrar la tremenda poda que haría si Andalucía recibe 2.700 millones de euros menos en los Presupuestos 2013. Es meter miedo a raudales cuando se opta por decir que cerraría 19 hospitales, o clausuraría 2.000 colegios. Seguro que alguno lo evitaría suprimiendo agencias, fundaciones y observatorios que sobrecargan la nómina de la Junta. ¿O son tan importantes y tan intocables que ni se los nombra?

Y Rajoy le sube la tensión a quienes confían en los mandatarios. Quiere ser el hombre tranquilo que da confianza, y causa el efecto contrario. Expone bien los problemas. Pero cuando habla de soluciones y decisiones, deprime con su estilo resignado. Exaspera cuando presume de marcar las pautas en Europa, hasta que en 24 horas le dejan en evidencia desde Bruselas, Fráncfort y Berlín. Y vuelta a empezar.

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