La colmena

Magdalena Trillo

mtrillo@grupojoly.com

Rehenes del voto

Hablar del 10-N para volver a votar ya no es una frivolidad. Y lo único seguro es que todo es susceptible de empeorar

Aristóteles también se equivocó: la política no es "el arte de lo posible"; la política es "un bucle de imposibles". Y hasta de "idioteces". No es ninguna ocurrencia (no al menos mía). Las textuales corresponden a los dos dirigentes que tenían la misión de gestionar un Gobierno estable tras la jornada electoral del 28 de abril. Lo que se avecina es, sin embargo, una investidura fallida, dos meses de vacaciones sin candidato y una cuenta atrás para una repetición electoral.

Pero ni Pedro Sánchez ni Pablo Iglesias tienen culpa de nada. El primero se escuda argumentando que ha ofrecido sin éxito hasta "cinco escenarios" diferentes a Unidas Podemos -ninguno incluye el sillón exigido en el Consejo de Ministros- y el segundo ya tiene en marcha el relato populista con que justificar su enroque: una consulta a las bases tan "trucada" para justificar el "no" que ha levantado hasta a los suyos (ojo a la rebelión de Andalucía con Teresa Rodríguez y ojo a las advertencias de un ex como Íñigo Errejón alertando de cómo Podemos se asemeja peligrosamente a la antigua IU dejando espacio en la izquierda a un nuevo partido).

2019 cada vez se parece más a 2015. Pedro Sánchez parece dispuesto a enfrentarse a la sesión de investidura a pecho descubierto. Está enfadado con todos: con el "socio preferente" porque nada tiene de "socio" y mucho menos de "preferente" (empezando porque apenas suman 165 escaños de los 176 necesarios), con los independentistas porque el PSOE no puede permitirse salir elegido siendo "rehén" de los nacionalistas y con todo el bloque de la derecha por no abstenerse como los socialistas hicieron con Rajoy.

Todo esto es matizable -más bien opinable y manipulable según el color del partido desde el que se mire- pero no el clima de desconfianza, deslealtad, irresponsabilidad y egoísmo que se ha contagiado en todo el arco parlamentario. En Podemos dicen que están "asombrados". ¿Y cómo debemos sentirnos los ciudadanos cuando, entre todos, nos convierten en rehenes de las urnas?

Estamos acostumbrados a serlo en temporada alta, cuando fastidiar las vacaciones a los viajeros es el deporte preferido de los sindicatos para presionar, pero no a sufrirlo todo el año como consecuencia de la ineptitud de quienes se esfuerzan, persistentemente, en ser un problema. El segundo ya según el CIS. A un nivel que no se recuerda desde 1985. Hablar de elecciones generales el 10 de noviembre ya no es ni una frivolidad ni una ingenuidad. Nos pedirán que acudamos a las urnas, iremos o no, pero seguro que nos volveremos a equivocar y sólo tendremos una certeza: que todo es susceptible de empeorar.

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