La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La cochinada de los cubos de enfriar los tanques de cerveza
En una siniestra coincidencia los talibanes vuelven a adueñarse de Afganistán a menos de un mes de que se cumplan veinte años del atentado de las Torres Gemelas, el 11 de septiembre de 2001, que motivó la intervención internacional encabezada por Estados Unidos. Un fracaso que pagarán, primero, los afganos. Y después todos nosotros. Porque cualquier avance del fundamentalismo islámico supone una amenaza para el mundo.
Este estrepitoso fracaso de los Estados Unidos y sus aliados europeos se sancionó el sábado 29 de febrero de 2020 en Doha, capital de Qatar, con el acuerdo entre Estados Unidos y los talibanes para la retirada en un plazo de 14 meses de las tropas americanas tras 18 años de presencia (la más larga guerra mantenida por los Estados Unidos, ha sido llamada). "Estados Unidos no dudará -dijo entonces Mark Esper, secretario de Defensa estadounidense- en anular el acuerdo si los talibanes lo rompen". Pues lo han roto, han tomado el poder y Estados Unidos se ha retirado de prisa y corriendo en un espectáculo que recuerda su retirada de Saigón, por mucho que el jefe de la diplomacia americana lo niegue aduciendo que "Estados Unidos ha alcanzado sus objetivos". Que se lo pregunten a los afganos que confiaron en ellos.
Bush lo empezó, Obama prometió la retirada, Trump (que ahora exige la dimisión de Biden por ser responsable "de la más grande derrota de la historia americana") le puso fecha de caducidad con el acuerdo de febrero de 2020 ("hay que traer los chicos a casa", dijo) y Biden lo ha rematado con la retirada de las tropas. Solo diez días han tardado los talibanes en deshacer lo tan mal hecho durante 20 años. Hace un mes, el 8 de julio, Biden afirmaba que "el avance de los talibanes podía frenarse" porque confiaba "en la capacidad del Ejército afgano, mejor entrenado, mejor equipado y más competente", por lo que "no hay posibilidades de que ustedes vean a personas evacuadas del tejado de la Embajada americana en Afganistán". Preclaro el hombre: basta ver los helicópteros yendo y viniendo, el pánico en el aeropuerto, los desgraciados cayéndose del tren de aterrizaje de los aviones o la desesperación de los intérpretes y otros "colaboracionistas" que trabajaron para los americanos "(¿recuerdan Los gritos del silencio?). Si esto no recuerda a Saigón… Mientras China, Rusia o Pakistán están encantados ante este fracaso que para ellos es un triunfo.
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