¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

La Sevilla de Juncal

Juncal dio fuerte en aquella España y todavía hay gentes que imitan las expresiones y gestos del protagonista

Juncal y Búfalo.

Juncal y Búfalo.

CADA uno tendrá sus preferencias, pero no tengo la menor duda de que las dos mejores series que ha emitido TVE en su historia son Retorno a Brideshead y Juncal, esta última escrita y dirigida por el recién fallecido Jaime de Armiñán. La primera, que sigue muy fielmente la gran novela homónima de Evelyn Waugh, deslumbró a España con la hermosa historia católica de la amistad entre Sebastian Flyte y Charles Ryder. Muchos no olvidarán nunca su monólogo final: “...y allí la encontré aquella mañana [se refiere a la llama del sagrario], ardiendo de nuevo entre las viejas piedras”. La segunda, sencillamente, entusiasmó a un país que vio en el papel de aquel torero retirado a uno de esos personajes que adora, un sinvergüenza sentimental, mitad señor mitad truhán, un tipo que aúna el delirio quijotesco con el desahogo del Buscón, la libido del Don Juan con las artimañas del consumado sablista.

Juncal dio fuerte en aquella España de finales de los 80 y todavía hoy se puede uno encontrar a gentes que imitan los gestos y expresiones del protagonista interpretado por Francisco Rabal, con sus “tomo nota” y sus expresiones sentenciosas de sabio de arrabal. ¿En quién se fijó Jaime de Armiñán para crear al personaje? Hay quien dice que en un peculiar aficionado que el director conoció en una tertulia taurina en el Madrid de los sesenta, aunque su hijo me contó no hace demasiado que los grandes inspiradores fueron Antonio Bienvenida y su padre, el famoso Papa Negro del toreo. Sea como fuese, lo cierto es que Juncal y su fiel escudero Búfalo (interpretado magistralmente por El Brujo) quedarán para siempre como arquetipos de la pasión taurina. Y si dentro de cien años ya no existen las corridas, solo bastará revisitar esta serie para comprender que los toros no eran una afición o profesión de bárbaros sádicos, sino una actividad luminosa que congregaba a gentes de muy diferente pelaje tocados con una gracia especial. Siempre lo digo: lo mejor de la tauromaquia son los taurinos.

Juncal se puede ver actualmente en la página web de RTVE. Es algo que recomiendo. Pocas veces se ha retratado con tanto cariño al paisaje y paisanaje de nuestra ciudad, aunque algunas de sus localizaciones son falsas, como el supuestamente sevillano bar Español, que es en realidad el madrileño Los Gabrieles (trucos del cine y sus derivados). Es cierto que lo que se nos muestra es una Sevilla idealizada, algo naif y amable, sin más conflictos que las deudas y correrías del viejo maestro. Pero para ver miserias ya tenemos otros documentos y, sobre todo, nuestra experiencia cotidiana.

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