¿Sólo derrota o punto de inflexión?

Una concatenación de errores inauditos fue mortal para un Sevilla que iba a paso de oca

27 de septiembre 2019 - 02:32

Pesadilla junto al Deva tiene nombre de novela, pero de cruda e increíble realidad para un Sevilla que iba a paso de oca. El recién salido Koundé, sobre la hora de juego y tras suplir a Carriço, metió al Eibar en un partido al que ni a soñar que pudiese aspirar. Un Sevilla imperial hasta el descanso se convirtió en una copia del desatino para que el rival remontase los dos goles en una media hora final que rompió en pesadilla surrealista.

Cuando se llega al intermedio y aunque en fútbol puede pasar de todo, la sensación, el convencimiento, es que la segunda parte sobra. Ha sido tanta la diferencia entre ambos contendientes que el triunfo sevillista es indudable. Ha sido todo un soliloquio insultante, una demostración de superioridad tan evidente que apostar un solo euro por la tropa de Mendilibar no tiene sentido. Y el 0-2 que refleja el electrónico se antoja una pared para los voluntariosos eibarreses.

Todo ha sido fruto del orden atrás y de la velocidad de Ocampos arriba. El argentino aprovecha la autopista que dejan Ramis y José Ángel a estribor para anotar primero y asistir luego a Óliver a fin de resolver una papeleta que no parece contestable. Imperial Banega, un muro Fernando, omnipresente Jordán, versátil Óliver y una contra de libro que Munir manda al larguero en la jugada más brillante dentro de un catálogo de lances tan brillantes como efectivos.

Efectivamente, la segunda parte iba a sobrar, pero no al pleito sino a un Sevilla que cambió de imagen a partir de la hora de juego. Koundé devolvió al Éibar al partido, Orellana dijo aquí estoy yo, una falta de entendimiento de Vaclick y Diego Carlos establece las tablas, José Ángel hace el tercero a pelota parada y el Sevilla entero se mira sin querer verse. Y este partido que iba tan diáfano cayó en picado y ojalá que se quede en una derrota sin más y no en un punto de inflexión.

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