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Trinidad Perdiguero

tperdiguero@diariodesevilla.es

Taifas metropolitanas

Si se trata de optimizar recursos, el problema está en el Aljarafe y no en El Palmar de Troya

Ahora que se ha segregado como Ayuntamiento El Palmar de Troya hay quien se indigna con que se cree otra administración. Va en contra de la línea que marca la Ley de Racionalización y Sostenibilidad de la Administración Local que están siguiendo otros países europeos, los cuales han afrontado incluso la fusión de municipios para optimizar recursos y costes políticos. Los deseos de autogestión de El Palmar y de otros se deben, en gran medida, no a una cuestión identitaria, sino a la dejadez con la que durante años el Ayuntamiento matriz les prestó servicios, la lacra de las periferias que se da tanto en el mundo rural como en el urbano. No hay que tener prejuicios tampoco en esto.

Pero, pese a esa opinión pública, que tantas veces tiene que ver con la publicada o tertuliada, cabe preguntarse: ¿no tiene sentido la autogestión (racional, con reglas y fiscalización, mal que le pese a los alcaldes) en un municipio que dista quince kilómetros de otro, con limitadas conexiones con transporte público? ¿No lo tiene más en El Palmar que en algunos municipios del Aljarafe? Es en esta comarca, por ejemplo, donde uno puede cambiar de término municipal según el lado de la acera por el que camine. Muchos pueblos han quedado unidos por urbanizaciones que se publicitaron por sus conexiones, sus centros comerciales y la abundancia de servicios (públicos y privados) de los que se puede hacer uso, sin mirar dónde se pagan impuestos.

La idea no es que se supriman ayuntamientos en el Aljarafe, que atesoran historia y tradiciones que deben ponerse en valor. Pero si se trata de hacer más con los recursos de la administración, de reducir costes políticos y mejorar la prestación de algunos servicios, es ahí donde hay un gran reto que debe ser objeto de debate público, más que lo ocurrido en El Palmar, que ya estaba reconocido como Entidad Local Autónoma de Utrera y manejaba su propio presupuesto.

Sin discutir la autonomía local ni la necesaria cercanía de la administración para algunos asuntos, hay que revisar qué competencias deberían cederse a otra administración o ente que trabaje sin localismos y con autonomía. Los ayuntamientos en las zonas metropolitanas (no son todo el Aljarafe, que conserva una parte rural) no tienen nada que ver con los de hace siglos y no tiene sentido que funcionen como reinos de Taifas, aunque políticamente interese, porque es donde se maneja más presupuesto y los partidos suman votos e influencia.

En el Aljarafe no existe un sistema unificado de taxi (se intentó, pero tres de los mayores ayuntamientos se salieron); no hay quien asuma un parque como el Riopudio; hay semáforos que colapsan el tráfico en el municipio vecino y la Policía Local de turno sólo puede actuar hasta la calle que marca un límite territorial difuso, más allá hay que coordinarse. Las mancomunidades no sirven siempre. Sin capacidad de recaudación y decisión propia se quedan en asociaciones de alcaldes. ¿Hace falta una autoridad metropolitana única?. Tal vez sí, si viene a poner racionalidad y sostenibilidad donde hace falta.

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