Virgen de los Reyes, fuente del silencio

El estruendo ni tan siquiera debería rozar las orillas del silencio antiguo, majestuoso, gótico, de la Virgen de los Reyes

15 de agosto 2022 - 01:46

La edición francesa de Las aguas de Siloé de Thomas Merton, que es la que leí porque era la que tenía mi padre, admirador de este monje trapense de enorme influencia espiritual e intelectual en el pasado siglo, se tituló Les sources du silence (Las fuentes del silencio). La Semana Santa y la devoción popular sevillana tienen, y aún conservan, aunque erosionadas por el ruido de los chimpunes, importantes fuentes de las que mana el silencio: baste citar en la misma Madrugada al Señor del Gran Poder, al Calvario y a la Macarena (sí, a la Macarena, que impone esos milagrosos segundos de silencio cuando arría). ¿Y el Silencio? En esta ciudad tan dada a juegos sutiles la única cofradía conocida popularmente por su silencio resulta que, como es sabido, tiene la delgada, elegante y melancólica música de las saetillas.

El silencio es un cada vez más escaso BIE (Bien de Interés Espiritual) que la Semana Santa debería preservar. Sus fuentes están cada vez más secas y son cada vez menos: ya solo tres cofradías con dos pasos -Gran Poder, Calvario y San Isidoro- procesionan en silencio desde la Cruz de Guía al palio, solo dos con un solo paso -Santa Marta y Soledad de San Lorenzo- conservan este callado tesoro y solo seis pasos de Cristo -Amor, Expiración, Almas, Buena Muerte, Jesús con la Cruz al Hombro y Pasión- carecen de cualquier tipo de acompañamiento musical. Mengua el silencio, crecen las formaciones de las agrupaciones y bandas hasta alcanzar entre 120 y 160 integrantes, y de cornetas puras con repertorio cuidado solo nos quedan dos (y al paso que vamos, me temo, pronto solo una).

El estruendo de la tan mala como sobrada de vulgares alardes de virtuosismo trompetero música de la Semana Santa está acercándose a una de las fuentes del silencio de Sevilla, la Virgen de los Reyes, como una marea que ya alcanza su víspera. Pocas cosas más hermosamente sevillanas que el silencio de la procesión de la Virgen de los Reyes solo roto por los repiques de la Giralda (en mi modesta opinión demasiado duraderos últimamente) y por el eco lejano de la música. Las hermandades de penitencia se han comido muchas hermandades de gloria y casi todas las sacramentales, de las que solo quedan cinco "puras". Sería deseable que su estruendo ni tan siquiera rozara las orillas del silencio antiguo, majestuoso, gótico, de la Virgen de los Reyes.

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