La aldaba
Carlos Navarro Antolín
El desgarro de la muerte en el Parlamento de Andalucía
Página 238 del Manual de resistencia de Pedro Sánchez: "Realizaron un pronóstico de las primarias que no sólo afirmaba que ganábamos, sino que vaticinaba por qué diferencia. Facilité los datos a los medios y no me creían. Pero acertamos de pleno". El presidente del Gobierno habla en su libro del alcalde de Jun y, más allá de la anécdota sobre los aciertos adivinatorios del político granadino, viene a explicar por qué Rodríguez Salas ha acabado formando parte de su equipo de colaboradores más directos tanto en Moncloa como en Ferraz: supo anticipar el papel que ocuparían las redes sociales (en las campañas electorales y en la gestión municipal) cuando muchos de sus compañeros lo miraban con desdén pensando que lo suyo eran frikadas y puro divertimento. Hoy arrasa en Twitter -sólo su jefe tiene más seguidores-, se codea con los gurús de Massachusetts y comparte fotos asesorando a Hillary Clinton.
Trump en Estados Unidos, Bolsonaro en Brasil o Salvini en Italia tal vez sean las evidencias más globales de que no es frivolidad sino estrategia meterse en el bolsillo -y la mente- de los ciudadanos. Y lo es en cualquier escala. En España, un periodista, un sociólogo y un estudiante de Audiovisual están detrás de la exitosa campaña de Vox en las andaluzas: Facebook apenas les interesa; Twitter, lo justo; y donde despliegan todas sus artes -a golpe de memes, vídeos cortos y mensajes directos, simples y contundentes- es en Instagram, WhatsApp y Youtube. El 2-D irrumpieron con 12 escaños y ahora no sólo hay sondeos que les dan más de 30 diputados para las generales, también los sitúan en algunas provincias por delante de Cs y hasta del PP.
La verdadera batalla de la opinión pública -y la de los votos- no está pegando carteles, llenando plazas con los convencidos ni figurando en las procesiones de Semana Santa. Ya tuvimos a cuatro ministros de Rajoy entonando El novio de la muerte y este año por poco se repite la foto de Colón con Casado, Rivera y Abascal junto al Cristo de Mena. ¿Quieren ganar dándose codazos para una foto de periódico?
Las mochilas de los partidos pesan -Pablo Iglesias ha sido, por ejemplo, el único candidato en aceptar ser entrevistado por un influencer- pero el desafío va mucho más allá de la lógica brecha generacional y de la difusa dicotomía entre viejos y nuevos. Se trata de asumir la envergadura y lo gaseoso del cambio. De anticiparse, de no meter la pata más de la cuenta y de acertar. Lo de siempre, sí, pero en un campo inédito de juego y con reglas nuevas. Y, visto lo visto como diría Sánchez, no todos lo quieren entender.
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