CUANDO parecía que no podía extenderse más, la fiebre ha llegado oficialmente a categoría de pandemia. El microshort, o pantalón braga para los que prefieran fórmulas menos políticamente correctas, ha invadido todos y cada uno de los armarios femeninos de este país. Solo con un breve paseo por la playa, o incluso por un centro comercial, se demuestra que no es exagerado afirmar que no hay quien (o bien del pasado verano, o bien adquirido esta temporada) no cuente con unos escuetos pantalones que para ser eso, pantalones, necesitan un par de centímetros más.

Pero, cuestiones estéticas al margen (sí, en la mayoría de los casos no son precisamente favorecedores), este virus de moda es un indicador bastante positivo. Me explico: en una sociedad en la que revistas, publicidad e incluso las propias tiendas, imponen cánones de imagen en muchos casos muy alejados de la realidad, es verdaderamente esperanzador que las jóvenes se vean estupendas con esta prenda, pues indica que esas imposiciones mudas no les afectan en absoluto. Que chicas, y no tan chicas, se planten unos pantalones cortos que parecen únicamente destinados para las modelos del catálogo, Ariadne Artiles y compañía, señala a una falta de complejos que le da (con perdón) una patada en el culo a ese concepto irreal de belleza femenina.

¿La mejor manera de llevar unos shorts? Lo que quizá haya desatado la fiebre es precisamente que sirven para cualquier ocasión: desde encima del traje de baño con unas chanclas, a acompañados de una camiseta XXL y bailarinas para ir 'de recaditos', o incluso con un blusón y sandalias joya para salidas nocturnas. Para las más atrevidas, un guiño retro con la cintura alta; y la versión para todos los públicos es optar por modelos sueltos, que no se ciñan en exceso a la pierna. ¿El último toque? Que se vea el forro del bolsillo, y un ligero deshilachado al más puro estilo recién cortado. Y que nadie pierda el tiempo buscando antídoto a esta pandemia. Tiene pinta de manifestar brotes nuevos cada verano.