Jorge Benavides Solís

Doctor arquitecto

Vivir o habitar en Sevilla

¿Por qué hacer y mantener espacios y aceras exageradas con poco uso peatonal?

Vivir es una cosa, habitar es otra. La primera palabra tiene once acepciones, habitar, una.

Emociona y despierta un grato sentimiento de identidad y de referencia vivir en la Sevilla de profunda densidad cultural, lograda después de dos mil años, aunque se habite en un desangelado barrio contemporáneo.

Es agradable pasear solo o con la familia, ir al encuentro de nuestros amigos y forasteros, ver, mirar, contemplar el centro histórico, sus calles, casas, monumentos, y jardines. En la periferia no es posible. En los polígonos residenciales la monotonía de las tipologías, de los bloques de vivienda, de sus vías y espacios, privilegia el vehículo, o los pretensiosos edificios, obvian la preocupación por el buen gusto y la belleza, con el fin de hacerle espacio a la moda globalizada por internet.

Pasear también permite ver los descuidados y reparables desperfectos urbanos que a veces obedecen a la norma pero no al sentido común. Aquélla generaliza de manera indiscriminada. ¿Qué sentido tiene construir anchas vías y aceras en una urbanización de viviendas unifamiliares levantadas en parcelas de más de mil metros cuadrados? Basta visitar la urbanización Las Pilas. ¿Por qué hacer y mantener espacios y aceras exageradas con poco uso peatonal? La movilidad peatonal es importante, sin embargo el mantenimiento, la reparación de la solería, de los arriates y de los árboles merece mucho más cuidado. ¿Por qué readoquinar un ancho espacio en las orillas del río, quizá útil para la Expo, y no convertirlo ahora en un jardín con el mobiliario urbano adecuado? Quitar las pequeñas placas de viviendas protegidas de cualquier época carece de sentido. No dañan. Son referencias históricas útiles a los estudiantes, ciudadanos e historiadores.

¿Y el Parque María Luisa? ¿Por qué se ha reasfaltado la avenida Hernán Cortés? ¿No era mejor seguir adoquinando? Armoniza mejor y requiere menor mantenimiento.

Sevilla no es, está sucia debido a la despreocupación de sus vecinos ¿Por qué no hacer una campaña educativa al respecto? Las extrañas y feas manchas en puertas y muros llamadas grafitis, cada vez cubren más espacio en toda la ciudad. Junto a los contenedores vacíos se acumula basura. No tiene explicación.

La multitud que acompañó al féretro de Aníbal González en mayo de 1929 es el testimonio del reconocimiento social de su valor técnico y humano. Como ningún otro arquitecto, en sus escritos y obras, dio identidad andaluza al regionalismo. Tal fue su honestidad que después de haber construido 180 viviendas, no legó una a su familia. Con el aporte popular fue posible donarle una. Logró sintetizar su obra en el recinto de la Expo del 29, evento que marca un excepcional período de la historia de Sevilla. Será incluido en el museo a inaugurarse el próximo año en el Pabellón Real; dicen.

¿Y el museo de la ciudad para cuándo? ¿Vives o habitas en Sevilla?

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