El aborto y los cálculos del PP

Es normal que un partido provida como Vox intente cumplir sus compromisos dentro de la legalidad vigente

García-Gallardo.
García-Gallardo. / DS

20 de enero 2023 - 00:01

EN la cuestión del aborto se puede estar a favor, en contra o debatirse en un mar de dudas. Pero lo que no se puede hacer es usar con fines partidistas un asunto que, pese a lo que sus más fervientes partidarios defienden, no es una simple y rutinaria intervención quirúrgica, sino una tragedia, al menos para el nasciturus. Sin embargo, en los últimos días hemos visto cómo el aborto se ha convertido en uno de los múltiples rounds de ese larguísimo combate entre el Gobierno de la nación y el PP al que vamos a asistir los ciudadanos hasta que se celebren las elecciones generales, como muy tarde el 10 de diciembre del presente año.

Muchos nunca entenderemos por qué la izquierda ha abrazado con entusiasmo dos causas más que discutibles: el mantenimiento de los privilegios de los territorios más ricos y el aborto como un derecho normalizado. Tampoco por qué se opone con tanta ferocidad (dureza de corazón, escribía el otro día Rafael Sánchez Saus) a que las organizaciones provida intenten, dentro de la legalidad, aminorar unas estadísticas que, por mínimas que se presenten, siempre serán terribles. Vivimos en una sociedad en la que ayudar a una madre y al fruto de su vientre está considerado como una práctica oscurantista. En los últimos tiempos nos hemos acostumbrado a que todo aquel que se atreva a cuestionar en alguna medida el dogma abortista sea sometido a un bombardeo de esas palabras que anteceden a la muerte civil de un sujeto: machista, heteropatriarca, facha, ultraderechista, terraplanista...

Es normal que un partido como Vox, declaradamente provida, intente poner en marcha allí donde gobierne protocolos para aminorar las estadísticas del aborto, siempre que se respete la legalidad vigente. Gustará o no, pero lo único que ha hecho García-Gallardo es cumplir con sus compromisos (PSOE y PP deberían aprender). Lo que no es normal, sobre todo, es la hipocresía de un PP que pone velas en todas las capillas donde pueda obtener un voto. Lleva años jugando a la ambigüedad en uno de los grandes debates éticos de la humanidad. Y lo hace no porque tenga dudas legítimas sobre el asunto, sino por mero cálculo electoral. Sabe que el núcleo duro de su voto sigue siendo mayoritariamente católico. Pero también que todo crecimiento electoral hoy por hoy es a costa de un electorado favorable con diferentes grados de entusiasmo al aborto. Y ahí lo vemos, deshojando margaritas y haciendo hojas de cálculo. Es lo que más le gusta, hacer hojas de cálculo.

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