Tengo un amigo en Balay

Este Gobierno arresta al pasado como el Ejército arrestaba a un cañón o una bandera

15 de marzo 2023 - 01:45

Tengo un amigo en Balay. Y otro en Kelvinator. El Gobierno anunció a bombo y platillo la ley de paridad para amortiguar la tormenta de la chapuza de la ley del sólo sí es sí y en su ayuda acudió la estrategia de la comparación. El mismo día que Sánchez obligaba a las empresas a tener en sus juntas directivas idéntico número de hombres y mujeres en el arca de Noé de su modelo paritario, TVE mostraba un ejemplo didáctico de cómo han cambiado los hábitos: un anuncio de 1975 donde se recomendaba a la esposa que le hablase de un lavavajillas Kelvinator a su marido para hacerle más llevaderas las tareas del hogar.

Se me encendió una lucecita y acudí a mi código Da Vinci, la carpeta en la que mi padre me guardó los periódicos de los días previos y posteriores a la muerte de Franco. Casi medio siglo sin cambiar de crucigramas. A vuelapluma, he visto jugadas de Amancio y Gárate, crónicas de Raúl del Pozo y Arturo Pérez-Reverte, libros de Yale y Ángel Palomino, el sorteo del Mundial de Argentina 78 (nos tocaron Rumanía y Yugoslavia, la del famoso botellazo a Juanito), el nuevo espectáculo de Tip y Coll, el estreno de la película Perfume de mujer, la lista de invitados a las exequias del Caudillo: Gracia de Mónaco, Nelson Rockefeller, Valery Giscard d'Estaing, el duque de Edimburgo, Anastasio Somoza… Y encontré lo que buscaba.

Dos páginas de publicidad. La primera empezaba con una pregunta: "¿Hasta cuándo va a seguir fregando platos?". Y añadía: "En un hogar moderno ya es imprescindible: por el tiempo que le ahorra, por la comodidad que le supone. Por la limpieza y orden en su cocina". Y la guinda: "Hable a su marido de un lavavajillas". Un anuncio para mujeres. Para Carmen Polo, si es que alguna vez le fregó platos a Franco. En la segunda página aparece la marca: Balay, "somos automáticos", que ofrecía una promoción de regalos con una Carta para los Reyes, porque el anuncio era del 27 de noviembre de 1975, menos de un mes para las primeras Navidades sin Franco.

Hubo un tiempo en que un Ejército cuartelero arrestaba a un cañón, una bandera o una garita. Este Gobierno pretende arrestar al pasado, estigmatizarlo, incluso modificarlo, lo cual es científicamente imposible. Con los ojos de hoy es degradante la imagen de la mujer en los anuncios de Balay o Kelvinator, pero no saquemos pecho con nuestra suficiencia intelectual. ¿Cómo juzgarán dentro de cincuenta años, por usar unos parámetros de tiempo similares, una sociedad en la que han crecido tanto las agresiones a sanitarios que hasta tienen un día para recordar esa patología social; un país donde los niños y adolescentes acceden por tutoriales de porno a modelos de relaciones sexuales marcados por la violencia y la humillación? Problemas gravísimos silenciados con la palabrería y el buenismo, que es uno de los disfraces de la sed de mal.

Mi lavavajillas es Balay y se estropeó hace más de un año. Ahora lo usamos de cómoda. He vuelto a fregar los platos a mano, como hice en la mili después de un arresto multitudinario por negarnos a delatar a los reclutas que habían destrozado un vagón de Renfe. Tengo un amigo en Balay y un primo en Kelvinator.

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