Amparo / Rubiales

Un año de Gobierno

Las empinadas cuestas

07 de mayo 2013 - 01:00

DURANTE estos doce últimos meses, Andalucía, pese a la durísima crisis económica, política e institucional, ha hecho del mantenimiento de la igualdad de oportunidades y del Estado de bienestar su principal objetivo. Después de aquellos imprevistos resultados electorales, se conformó un Gobierno que ha querido atender prioritariamente a los problemas más urgentes, proponiendo un Pacto nacional de todos "para acordar políticas de crecimiento y defenderlas conjuntamente en Europa". Ni Andalucía ni España pueden hacer en solitario frente a los problemas; está más que demostrado: en cinco años de crisis se han destruido casi 4 millones de empleos; se ha pasado de 1.154 diarios en la época de Zapatero a 2.600 con Mariano Rajoy. No es un problema de la herencia recibida, sino de la "dictadura de la austeridad" que impone Europa, que hay que quebrar para promover el crecimiento económico y no morir ahogados. El presidente Griñán dice: "He podido comprobar, después de estos largos años de crisis, que en ninguna otra rama del conocimiento anida tan intensamente el fundamentalismo como en la economía". Y así nos va.

En este terrible escenario, los andaluces/zas supieron marcar con su voto otra hoja de ruta para que aquí no se sacrificaran derechos que hipotequen el futuro. Bajo este mandato las señas de identidad del Gobierno andaluz han sido tres: estabilidad, consenso y responsabilidad. Un Gobierno estable guiado por el consenso interno y la búsqueda, siempre, de acuerdos sociales a través de los que ofrecer alternativas reales y en positivo a esta mal gestionada crisis que nos está asfixiando. El pacto con la sociedad ha sido una pieza fundamental de esta política, origen del Pacto por Andalucía que, con acuerdos con diferentes sectores sociales, culminará en una decidida apuesta colectiva por el progreso. La libertad, la igualdad y los derechos esenciales, individuales y colectivos, no pueden ser subastados.

Se ha demostrado que otra manera de gobernar es posible, sin dar la espalda a la ciudadanía. Siendo "gente para la gente", dando nuevas soluciones a las nuevas necesidades que es lo que tiene que hacer la política, coger las riendas y dejar de estar subordinada a la economía que la está matando, poniendo en riesgo a la propia democracia. Todo ello sin triunfalismos, porque sabemos las limitaciones que tenemos y las que nos imponen.

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