La blanca y verde

El andalucismo bonito se siente tan pronto atraviesa uno el pedregal de Despeñaperros

30 de noviembre 2022 - 01:46

Juanma Moreno pregona un andalucismo reivindicativo, pero bonito y amable. Se aprecia cierto tono federal frente a Sánchez, de oficio exhumador y prohombre histórico de España. Los colegas hablan ya del PP de Moreno como una especie de incipiente PNV del sur. El andalucismo bonito se siente tan pronto atraviesa uno el pedregal de Despeñaperros. Lo notamos incluso los que nos sentimos poco andaluces, no por fastidiar, sino por ser sinceros sin pedir clemencia. Nos ocurre a quienes, como nativos sevillanos, padecemos el trauma de no gustar del flamenco, el carnaval de Cádiz , el Lorca más andaluz, las procesiones a mansalva o las romerías a lo Far West. Nadie es de fiar si no resulta contradictorio. Así que se admite que nos gusta la quinquidelia de los Derby Motoreta's Burrito Cachimba o un buen fandango cantado por la divina pechera de Rocío Jurado (razón que nos hace ver que el santuario de la Virgen de Regla de Chipiona es hasta hermoso).

Por influjo del histórico andalucista Alejandro Rojas-Marcos (ex regidor de Sevilla y conocido en su día como Kodak-Marcos por su apego a la foto), el presidente Moreno ha aprobado que este 4 de diciembre se celebre oficialmente el Día de la Bandera andaluza. Es histórico anhelo del viejo andalucismo, en recuerdo de la marea blanca y verde que salió a las calles con sus banderas un 4-D de 1977 para alzar la durmiente voz del sur. Esta semana se prodigan actos y festejos.

Desde niño nos encandilan las banderas. Pero en lo estético la enseña andaluza nunca nos gustó. Otro trauma. Ni el herculino blasón, ni las franjas de la blanca y verde aprobada por la Asamblea Andalucista de Ronda de 1918. Se ha dicho que Blas Infante, el llamado padre de la patria andaluza, eligió el verde y el blanco para la bandera por remitir a los omeyas califales y al perdón entre el pueblo almohade. También por remitir a la Esperanza y a la Paz y, también, porque el verde reflejaba la vestidura de las sierras andaluzas, junto con el blanco calino de sus pueblos, con sus verdes rejerías perfumadas de jazmines. Se dice que los colores podrían remontarse a la taifa almeriense de Al Mutasim (1051) o bien a la enseña que en 1810 ondearon las mujeres del pueblo de Casares ante los invasores franceses. Nadie duda de lo historiado de estos colores. El verde es el color del paraíso para el islam, el de Talía (una de las tres gracias de Afrodita según Homero), el de la Cruz Verde Maya que funde el cristianismo con los precolombinos mayas, etc. No será por historia cromática. Pero lo dicho: la blanca y verde crea su trauma al piel pálida andaluz.

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