La aldaba
Carlos Navarro Antolín
El desgarro de la muerte en el Parlamento de Andalucía
La ventana
SIEMPRE se dijo que el sevillano es capaz de moverse por la bulla de forma natural, sin que haya callejones tan sin salida como los que se formaron este Domingo de Ramos. Resulta que entre el Consejo y el Cecop han logrado que eso haya desaparecido y que el sevillano parezca que ya no sabe moverse sin tropezar con el vecino. Se han dado maña estos genios en convertir la Semana Santa de Sevilla en un caos donde puede surgir el atasco en el rincón más impensable. No sé si con la idea de ponerles vallas al campo, el campo se ha hecho rico en ratoneras donde puede quedar atrapado no sólo el turista, sino el lugareño más experimentado. Yo no sé si es que este domingo hubo más gente que nunca al señuelo del deseado buen tiempo, pero sí doy fe que en jamás de los jamases, y ya son muchos esos jamases, fueron tantos los agobios y la sensación de sentirte sin salida.
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