Luis Carlos Peris

La cafinitrina se va por las nubes

Desde mi córner

Tras dilapidar la primera parte, el Betis mejoró bastante y hasta se pareció al que se merecen los béticos

06 de junio 2010 - 01:00

SIN duda alguna, la cafinitrina va a cotizar al alza por Heliópolis y su inconmensurable zona de influencia. Ayer jugó nuevamente un papel trascendental el beticismo, que es una forma de enfocar la vida que aúna masoquismo, resignación, paciencia y una infinita carga sentimental. Lo decíamos ayer en este mismo rincón, que por el bético no iba a quedar porque nunca quedó por él en el siglo largo que el Betis lleva de existencia. Pero está resultando demasiado inquietante este tramo final, demasiadas tribulaciones y siempre jugando en el alambre o en una cuerda floja de la que nunca se sabe dónde va uno a caer.

Ayer, más de lo mismo, todo para luego, más nervios que nervio y la sensación de que el equipo sufre una barbaridad para imponerse a nadie. Bueno, no es una sensación, sino una realidad evidente aunque un apoyo impensable para la sórdida categoría en que vive el Betis no cejara ni un segundo en el aliento. Cincuenta y cinco mil gargantas, que se dice pronto, soplando de popa y olvidando mezquindades en la hora clave del curso. Y cuando Pavone, a veinte minutos del final, abría la lata, por la vertical de todo Heliópolis revoloteó el paroxismo, el gozo y un árbitro la hora que iba a tornarse en el grito más escuchado de mucho tiempo a esta parte, el Lopera vete ya.

Venimos diciendo que al Betis no le quedaba otra que hacer nueve de nueve y rezar cuanto sepa. Ya son seis de seis, pero los rezos han de mantenerse y tirar de los más influyentes miembros del santoral para que las cosas sean como anhelan todos los que anoche, en pleno puente laboral, abarrotaron Heliópolis porque su equipo así lo demandaba. Tras haber dilapidado inocuamente la primera parte, tras el descanso apareció un Betis más en consonancia con lo que los béticos merecen y la novela tuvo final feliz. Ahora quedan otras dos citas y a estas alturas de la vida no se sabe si será suficiente ganarlas para lograr que el Betis esté donde se merecen él y los béticos.

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