La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Era urgente guardar silencio, alcalde
Anda Pedro Sánchez retirando leyes como la Pantoja suspendiendo conciertos. Malos tiempos para la lírica. Atrás quedaron los días en que uno y otra se iban a Doñana a llorar sus penas y a esperar milagros, a hacerse querer. Ya no hay tiempo para la reflexión ni en Cantora ni en La Moncloa. Llevan mucho sufrido los dos con sus propias familias y con los faltos de sensibilidad y criterio que no le quieren bien. Ni el papel cuché ni las encuestas de Tezanos pueden enmendar este tiempo de mortificaciones, de fachas antifolklóricos.
Se ha perdido la Pantoja El Rocío, con lo que le gusta, y no sé qué celebración de su nieto, sus hijos no le hablan y el público asiste perplejo a su destrucción perseverante. Sólo los fans incondicionales, con su extraña forma de querer, le aplauden haga lo que haga y por daño que le haga.
Pedro Sánchez también se ha perdido muchas cosas, pobre mío, y ni siquiera se ha dado cuenta. Anda Felipe González, como si fuera Paquirrín con su madre, tocándole las narices y cantándole las cuarenta, porque para artista consumado, él, a cuya persona acuden los focos al primer gesto. Es tremendo porque la infeliz de Yolanda Díaz, niña adoptada del Gobierno, con aire de mando y abandono a la vez, quiere ser Chabelita y meter a Pedro Sánchez en vereda dándole lecciones precisas para que la sarna con gusto no le pique. María Jesús Montero es Dulce, la niñera con cara de mala y dudosos modales, que apenas ha tenido tiempo de peinarse de tantos fuegos como hay que apagar en esa casa.
Sí, ya sé, todos se estarán preguntando que quién hace de hermano de la Pantoja, porque ni Albares, ni Bolaños ni Marlaska tienen pinta de mandar en la sombra ni son tan calladitos, qué va. Por raro que les parezca, el hermanísimo es Puigdemont, al que nadie de la familia traga, pero lo tienen que aguantar. ¿Qué quién es Óscar Puente? Pues Julián Muñoz, ex alcalde, ministro de Transportes y exabruptos, generador de conflictos diplomáticos, incontinente en las redes.
Por si hay una pregunta en el aire, por si hay alguna duda sobre ellos, hoy que les sobra tiempo, nos cuentan a todos cómo son. Se confiesan cansados de llevar esa estrella que pesa tanto. De tanta confesión y de tanto amor perdido una no sabe si consolarlos, hacer con ellos la letra de una tonadilla o dejarlos en su salsa y que le tiempo les conteste lo que todos somos, apenas nada.
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