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Un día en la vida

Manuel Barea

mbarea@diariodesevilla.es

La ciudad descompuesta

A quien gane el 26-M: déjese de milongas con la limpieza. Limpie la ciudad, y después váyase a la Feria

Estaban tan sucias las calles del barrio el sábado por la mañana -los contenedores desventrados exhibiendo sus tripas putrefactas y las papeleras repletas de desperdicios prensados y las aceras pegajosas y ya preparadas para la matinal carrera de obstáculos- que pensé (malévolamente) que todos los recursos de la empresa municipal de limpieza ya estaban volcados en exclusiva en la zona de la Feria y en la Feria misma, aunque ésta aún no hubiera empezado. Oficialmente, que de la otra manera sí, y ésta es la que vale. Así que en el resto de los barrios podíamos ir ya preparándonos a convivir con más basura de la habitual. Podrá decirse que esto es una percepción individual que da paso a una sospecha personal. Lo segundo puede ser discutido por la dirección de la empresa municipal de limpieza; lo primero no: la mierda acumulada, haberla habíala, y olerse, olíase. Sorteando con habilidad de bailarín de claqué los obstáculos orgánicos dispuestos en las aceras por los perros de los cerdos que los llevan y que deben pensar que contribuyen con tales esculturas -bastantes de ellas muy alejadas de cualquier corriente minimalista- al exorno del viario o, quién sabe, incluso al mobiliario urbano, pensé en la importancia de la Feria, no sólo para los feriantes y para todos aquellos a los que la fiesta da de comer -que sí, que son muchos, ya lo sé-, sino para la ciudad y su cada vez más rutilante nombre, sobre todo en el exterior, que ya se habla de Sevilla gracias a la eficaz promoción internacional -¡tíos, que ha venido Bob Dylan!... a Sevilla Este, no se olvide- hasta en Napakiak.

En efecto, la Feria es muy importante. Es uno de los principales activos/atractivos de la ciudad. Todo lo que se quiera. Pero la ciudad lo es mucho más. La Feria es una creación de la ciudad, ella es su inventora. Y la ciudad no se desvanece con la Feria. Sigue estando donde siempre. Y aunque algunos desaparezcan de ella y sólo se les pueda encontrar en la Feria durante estos días, la ciudad sigue funcionando. Y por lo tanto continúa generando su cantidad diaria -aunque puede que en menores dosis que en otras épocas del año- de descomposición. Y no está bien mantenerla a la vista y al olfato de quienes se quedan en el barrio, tanto si lo hacen de manera voluntaria o porque alguna circunstancia de fuerza mayor -¿de salud, económica?- les impide acercarse al real y disfrutar de la jarana. Eso no queda bonito. Eso no es, como se dice ahora, sostenible. Esencialmente porque no hay quien lo sostenga. Quien lo soporte, vamos. Así que a quien gane de los que se presentan a las municipales del 26-M: para la próxima déjese de milongas con la limpieza. Limpie la ciudad. Y después váyase a la Feria.

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