La aldaba
Carlos Navarro Antolín
El desgarro de la muerte en el Parlamento de Andalucía
Sánchez lo ha logrado sin que sus contrincantes hayan tenido la inteligencia necesaria para desmontar la falacia: las elecciones son percibidas cada vez más como un duelo entre la izquierda democrática y la extrema derecha fascistizante. La fragmentación del voto en la derecha entre PP, Cs y Vox ayudará a su proyecto. Vox es de momento la fuerza más pequeña de los tres, pero Sánchez ha logrado, apoyándose en el caso andaluz pese a que la influencia de Vox en el Gobierno de la Junta sea inexistente, que la negra tinta de este chipirón que aún no da para calamar radicalice e incluso fascistice a toda la derecha. Vox no se presenta como un partido fascista, pero eso no importa. Si desde Zapatero el PSOE ha hecho lo posible y lo imposible por proyectar la sombra de Franco sobre el PP e incluso, después, sobre Ciudadanos, ahora Vox le ha permitido llevar esta manipulación mucho más lejos.
El tratamiento que algunos medios han dado a los incidentes de Barcelona refleja también esta estrategia de la polarización. Una manifestación "antifascista" convocada por independentistas vinculados a Arran, la CUP o los Comités de Defensa de la República ataca a los asistentes a un mitin de Vox, quema contenedores, hace barricadas y se enfrenta violentamente a los Mossos tirándoles botellas, piedras y vallas. Y los titulares de algunos medios informan de estos hechos así: "Incidentes en la manifestación en contra de la concentración de Vox" (El Periódico), "Siete detenidos y cinco heridos en la protesta contra el acto de Vox en Barcelona" (El País), "Vox pincha en el arranque de su campaña en Catalunya y atrae solo a 5.000 personas" (Público, sin aludir a las agresiones y minimizando los incidentes)… Desde el Gobierno, ni una palabra. La alcaldesa Colau responde reivindicando la "Barcelona rebelde" frente a los "rancios" y dice: "Lamento que haya incidentes, sobre todo porque creo que es lo que estaban buscando los que se manifestaban de extrema derecha… Ellos quieren buscar siempre la confrontación y esto es seguirles el juego". Así que los culpables son los agredidos.
Si un mitin del PSOE, Podenos o ERC hubiera sido atacado por manifestantes de extrema derecha que provocaran incidentes públicos, quienes hoy aplauden, ignoran o quitan importancia a esta agresión estarían clamando contra el peligro del fascismo. Todo depende del color del garrote con que se pegue. Y de a quien se pegue.
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