Comparar no limpia

18 de octubre 2025 - 03:08

Ya me dirán si esto les suena: alguien mete la pata, pero en vez de admitirlo, se pone a enumerar las veces que el otro hizo lo mismo. Olvida los errores —y los delitos— cometidos en su propio partido y repite los del adversario, como si el pasado ajeno pudiera tapar el ruido del presente. Es la versión moderna del “mal de muchos, consuelo de votantes”. Aquí nadie limpia su mancha: solo busca una más grande para cubrirla.

Hace unos días lo escuchamos de nuevo. El presidente, tan dado a convertir los hechos en eslóganes, aseguró que el dinero de los suyos era legal y el del adversario, negro. Lo dijo con esa seguridad de quien confunde la palabra con la verdad. Pero la honradez no se declama, se demuestra. Y la ética no se mide por contraste: tener la camisa menos sucia no la vuelve blanca.

Conviene recordar lo que algunos prefieren olvidar: el Partido Popular ya pagó por aquellos casos. Hubo condenas, cárcel y responsabilidades asumidas. Los tribunales se pronunciaron con sentencias firmes y responsabilidades civiles reconocidas. Otras piezas siguen su curso, como ocurre siempre en causas largas. Pero lo esencial es claro: la justicia ya actuó. Utilizar culpas juzgadas como excusa para no dar explicaciones presentes es oportunismo moral.

Y, sin embargo, el presidente insiste. Le fascina ese papel de fiscal eterno: acusa, señala, interpreta… pero evita responder. Es su especialidad. No contesta lo incómodo, se protege en el verbo y se parapeta en la superioridad moral. Habla de transparencia, pero la ejerce a media luz.

Como escribió Orwell, “quien controla el pasado controla el futuro”. Y en eso, el presidente es experto: reescribe la historia para blindar su presente, como si el relato otorgara impunidad.

Cuando las palabras se usan para tapar en lugar de explicar, dejan de servir a la verdad. La propaganda desgasta el lenguaje, y un país con el verbo roto acaba perdiendo el juicio.

Comparar no limpia. Excusar lo propio con lo ajeno no convence. Y quien crea que puede engañar a todos todo el tiempo debería recordar que el poder que se justifica no se defiende: se delata.

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