Entramos en la recta final de las vacaciones, mayormente de las vacaciones multitudinarias, esas de la bulla interminable. Lo mismo en el supermercado que en el chiringuito, igual para comprar el pan que para hacerte con una cerveza y su ración de sardinas las colas son tremendas y en este día después de la Virgen empieza la resaca del gran oleaje humano. La ciudad también ha notado la cosa, pues hay que ver qué tranquilidad y qué alivio pensar en los ciudadanos que se apiñan bajo las sombrillas y que luchan por un lugar en la barra del atestado chiringuito. Y en este lunes se le da el pistoletazo de salida hacia la normalidad de cada mochuelo en su olivo a la espera de septiembre con la vuelta al colegio y la cruda realidad de ver los estragos que la tarjeta hizo en cada economía. Día después de la Virgen y el inicio del manido síndrome postvacacional.