Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La conversión de Pedro
Durante años hemos discutido sobre seguridad con un agujero en medio del relato: la falta de datos completos. En España seguimos atrapados en una idea frágil, casi supersticiosa, según la cual si preguntas qué porcentaje de delitos cometen extranjeros corres el riesgo de ser señalado. La ecuación es absurda: como algunos pueden usar la información para un discurso xenófobo, mejor que nadie la tenga. Y así el debate se empobrece, se encoge y se vuelve improductivo. Tenemos derecho a saber quién comete los delitos. No por morbo ni por prejuicio, sino porque una democracia adulta no trabaja a ciegas. Los datos de Euskadi muestran que en ciertos delitos graves hay un porcentaje mayor de detenidos extranjeros que autóctonos. ¿Qué aporta saberlo? Permite diagnosticar. Permite diseñar políticas sociales, policiales y judiciales. Permite entender qué falla: integración, control, recursos, expectativas, entornos vulnerables. La información no estigmatiza; lo que estigmatiza es la sospecha cuando los datos se ocultan. ¿Nos hace xenófobos conocer estas cifras? No. Lo que alimenta el extremismo es exactamente lo contrario: el silencio oficial. Cuando las instituciones callan, los rumores sustituyen a los hechos y el relato lo construye quien más grita. La transparencia, en cambio, coloca cada dato en su contexto y evita que la estadística se convierta en munición política. El libro de Juan Soto Ivars, Esto no existe. Debate 2025: las denuncias falsas en violencia de género, está hecho desde esa misma voluntad de desinfectar el discurso. Examina expedientes y estadísticas para demostrar que el famoso 0,01 por ciento de denuncias falsas es una cifra discutida y discutible. No para negar la violencia machista, sino para recordar que ocultar grietas debilita la credibilidad de un sistema entero. Entonces, ¿qué interés tiene el Gobierno en que no se sepan los datos? El más viejo de todos: evitar costes políticos. Temen que la información se use contra su relato, que la oposición la convierta en arma, que su debate se contamine con la verdad. El problema es que, al intentar evitar esta información, agrandan exactamente aquello que dicen querer impedir. La ciudadanía no necesita protección paternalista. Necesita verdad completa. La sombra no evita conflictos; los magnifica. La luz, aunque a veces deslumbre, es siempre más segura.
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