Luis Carlos Peris

De cómo un derbi puede ser zarandeado

Desde mi córner

14 de abril 2013 - 01:00

PASÓ el segundo derbi del año con la sensación de que bien pudo el Sevilla repetir la faena de la primera vuelta, también con la de que nuevamente el Betis rondó el suicidio con un planteamiento osadamente inconcebible, que fue dirigido por un juez que no tuvo su mejor día y que el verdadero suicidio vistió con la roja impedimenta sevillista para que todo acabase con un empate que le supo a derrota al visitante y a triunfo al anfitrión.

Mediante una disertación de fútbol al contragolpe de la tropa de Unai, al descanso se llegaba con la primera torpeza de Medel. Esa incongruencia del chileno ante Pabón originó que el Betis se fuera a boxes revitalizado, con el convencimiento de que el partido podía no perderse. Hasta esa tarugada de Medel, las lecciones en la pizarra de Unai y de sus jugadores en cancha estaba siendo de tal envergadura que planeó la sombra de la manita del 18 de noviembre al otro lado de la ciudad.

En esa fase en la que siempre había un sevillista más en la sala de proyectos se olisqueaba un chaparrón de goles sobre un Adrián que tiene al derbi como gran asignatura pendiente. Luego pasó lo que pasó, que el error aquél del árbitro en el segundo gol de Rakitic dio paso a la compensación con la expulsión de Medel, al que pienso que están jugándole una mala pasada sus antecedentes y que cayó como un pardillo en la desleal actuación del aún bético Cañas.

Estuvo a punto el Sevilla de aguantar el resultado y a fe que defensivamente estuvo a un nivel bastante alto, pero no tanto como para aguantar las continuas embestidas de un equipo revitalizado. Y si el planteamiento de Mel no había funcionado al principio, sí acertó de pleno con el cambio de Nosa por un Paulao que no recuerda al del curso anterior. En fin, que el derbi pasó, que el Betis mantiene la distancia y que el Sevilla se queda sin saber qué hacer para ganar fuera.

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