Alto y claro

josé Antonio / carrizosa

Una ducha de realidad

AQUÍ andábamos muy preocupados con la suma de abstenciones para ver en qué votación y con qué socios se iba a producir la investidura de la presidenta cuando Eurostat , el magnífico servicio de la Unión Europea que armoniza los indicadores estadísticos de los países miembros, nos echaba encima una ducha de realidad: Andalucía sigue siendo la región en la que la tasa de paro es más elevada y la situación no da muestras, además, de remitir. ¿Convulsionó ello el debate entre los partidos o hubo lamentos y promesas de regeneración por parte de sus dirigentes? Hasta dónde yo sé, que diría un tertuliano, la cosa siguió como estaba: quítate tú para ponerme yo, ese sillón es mío y como no se vayan los que yo te he señalado con el dedo te vas a enterar. Hace ya casi un mes y medio que los andaluces hablaron en las urnas -y lo hicieron con suficiente claridad- y todavía no sabemos cuándo vamos a tener Gobierno y ni tan siquiera si lo vamos a tener. Que seamos la región europea con más paro es un dato más del paisaje que a estas alturas no parece impresionar a nadie. El debate que precede al Pleno de investidura de mañana no versa sobre políticas de empleo, sobre la atonía de la industria que pusieron de relieve el miércoles en el Ayuntamiento de Sevilla las principales empresas de la ciudad, sobre cómo el mejor aceite de oliva del mundo que producimos aquí se marcha a Italia para que allí le pongan marca y etiqueta ni sobre las razones por las cuales las universidades andaluzas siguen hundidas en los más profundos de los rankings internacionales. No: lo que se ha estado ventilando durante estas semanas han sido las estrategias electorales de los partidos, sus cálculos cortoplacistas para las municipales de dentro de tres semanas y la proyección de sus líderes.

Lo peor del asunto es que ésa no ha sido la actitud de los dos grandes partidos que vienen protagonizando la escena política desde la Transición y cuyos modelos podrían estar en cuestión por puro desgaste y por falta de adecuación a los nuevos tiempos. Durante esta semana Podemos y Ciudadanos, las dos fuerzas que han irrumpido en la política española y que de alguna forman se estrenan en Andalucía, se han subido a la rueda y más allá de exigir que se fueran Chaves y Griñán tampoco se les ha visto proponer grandes retos de futuro. Y plantear la cuestión de los dos ex presidentes como la línea roja a partir de la cual se puede abrir un diálogo es de una zafiedad tal y de un populismo tan barato que a más de un político emergente se le debía de caer la cara de vergüenza. El espectáculo de estos días en Andalucía se ha dado a cuatro voces y esto es algo que sería importante anotar ante los acontecimientos que se avecinan.

Todo el tiempo que estamos perdiendo es tiempo que se le está robando a esa gente en nombre de la que todos quieren hablar. Prorrogar una situación de interinidad institucional cuando el panorama está como está es algo complicado de explicar. Ni se entiende la falta de gestos de los que ganaron, ni el aparente esto no va conmigo de los que se hundieron ni tampoco la prepotencia de los recién llegados. A partir de mañana tienen la oportunidad, si no de enmendar lo hecho hasta ahora, sí por lo menos la de poner fin cuanto antes a una provisionalidad que nadie comprende. Déjense ya de jugadas de ajedrez y pónganse a hablar de las cosas que de verdad importan. Y si necesitan motivación, échenle un vistazo a la web de Eurostat y miren dónde y cómo está la región que le han confiado sus ciudadanos.

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