La ciudad y los días

carlos / colón

Como fichas de dominó

LO mejor de los corruptos es que, por su propia naturaleza, son además traicioneros. Por eso acaban vendiéndose los unos a los otros para ganancia de la justicia. Quien haga negocios sucios con un corrupto sabe dos cosas: que no se puede poner estupendo ni mirar por encima del hombro a su cómplice -porque con la corrupción sucede como con las peleas: si uno no quiere, dos no mangan- y que está por completo en manos de su cómplice. ¿O acaso cree que le será leal quien se salta las leyes a piola para meter la mano en los fondos públicos? Igual que engañan a la ley y traicionan a los ciudadanos se engañan y se traicionan los unos a los otros. Por eso todos los escándalos de corrupción son como fichas de dominó que caen empujándose unas a otras.

Se cuenta que una vez cogieron a un gerifalte del Régimen metiendo la mano dónde no debía. Y que cuando le comentaron a Franco si había que quitarlo de en medio, dijo: "No, ahora es nuestro". La democracia, afortunadamente, gracias a la independencia del poder judicial, la vigilancia de la oposición y la libertad de prensa tiene muchos recursos para destapar y perseguir a los corruptos. Que ahora estén aflorando en tan gran número es la prueba tanto de sus debilidades como de sus fortalezas. Hasta que cae el primer corrupto y empieza la caída de fichas se cumple la anécdota atribuida al dictador: todos están en manos de todos. Nadie lo ha dicho más claro y más alto, y además en sede parlamentaria, que Jordi Pujol: "Si vas segando una parte de una rama, al final cae toda la rama y los nidos que hay en ella, y después caen todas las demás ramas".

El último episodio de momento es el que provocó estos dos titulares en nuestra edición de ayer: "Un funcionario exigió 350.000 euros de mordida para el PP" y "Documentos en una caja que pueden perjudicar a Zoido". En las grabaciones intervenidas de conversaciones entre un responsable del Ayuntamiento y un empresario figuran frases tan scorsesianas y coppolescas como estas: "Bueno, pues si tu realmente no tienes ningún tema en este contrato, ¿nos ayudarás para la campaña, no?" o "listo, si tu realmente no estás pagando na por esto, ¿no te importará pagarnos a nosotros?". Comprenderán que no aludo a Scorsese y a Coppola por La edad de la inocencia o por Drácula, sino por Uno de los nuestros y El Padrino. ¿Recuerdan la conversación entre Michael Corleone y el senador Pat Geary? Pues eso.

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