La ventana

Luis Carlos Peris

lcperis@diariodesevilla.es

Al final, el diluvio fue una ridiculez

Después de tanta alerta amarilla y de tantas amenazas de lluvias torrenciales en el puente de Todos los Santos, resulta que sólo han caído veintiún litros por metro cuadrado. Es una cifra ridícula que ni siquiera sirve de paliativo para la sed que padece el campo. Ese campo de color terrizo y sin nada que ver con el verdor que produce una buena otoñá, que vaya cómo están los trigales, con un color que asusta. Hemos vivido el fin de semana, mitad acongojados por cómo influiría en la misión evangelizadora del Señor y la otra mitad deseosa de que los cielos dijeran agua va y pusieran punto final a la pertinaz. Pero nuestro gozo en un pozo, sólo una meaíta de gato y la sensación confirmada de que para lo único que ha servido el aprendiz de temporal es para alterar los planes del nomadeo evangelizador y que la gente del Cerro se quedase sin tener en su casa al Gran Poder.

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