Desde mi córner

Luis Carlos Peris

lcperis@diariodesevilla.es

El fútbol no le debe nada a nadie, ni al Atleti

El verano va despacio y con el sevillismo como único colectivo que está feliz con lo que ocurre

Discurre con morosidad este largo y maldito verano y sólo el vértigo del fútbol nos impele a esquivar el marasmo y la cosa. Goza el sevillismo con lo que su equipo está haciendo en tierras germanas, vivaquea el Betis contra el virus en su confinamiento marbellí, el mercado de fichajes lo protagoniza el Villarreal de Juan Roig y se repite como un mantra que al Atleti le debe el fútbol una orejona y habrá de seguir esperando.

Y digo yo que el fútbol no le debe nada a nadie, ni siquiera a ese Atleti que vive en la queja continua desde aquel tiro de Schwarzenbeck que se tragó Miguel Reina. Fue en Heysel el día de San Isidro de 1974 y desde entonces fue multiplicándose la leyenda del Pupas a pesar de los muchos éxitos conseguidos. Pero no le debe el fútbol nada al Atlético de Madrid, y del Cholo Simeone, al que se le acumulan las críticas por haber jugado como siempre y no haber ganado el partido.

Es ley del fútbol que los partidos los ganen los jugadores y los pierdan los entrenadores y a esa máquina de ganar que es Simeone le están dando fuerte, flojo y regular. Otra ley que suele aplicarse con ventajismo y a toro pasado es que siempre deben jugar los buenos, por lo que la suplencia de Joao Félix es un arma de destrucción masiva, incluso para un hombre tan aparentemente invulnerable. El Atleti perdió jugando como siempre y, claro, leña al mono, que es de goma.

Nadie se acuerda que aquella noche de preconfinamiento en Anfield, el Atleti jugó como acostumbra, pero aún más rácano, colgado del larguero hasta que apareció Llorente. Los piropos cayeron sobre la figura del Cholo en cascada porque ganar es lo único que importa y un buen final justifica cualquier medio que se emplee. Antier en Alvalade, como en Heysel, Da Luz y San Siro, el Atleti jugó como siempre y perdió como casi nunca, pero el fútbol no le debe nada a nadie.

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