La aldaba
Carlos Navarro Antolín
El desgarro de la muerte en el Parlamento de Andalucía
Llega el gran puerto de montaña del verano con la Aste Nagusia, esas Corridas Generales que secan la boca del torero no más verse anunciado. La corrida en Bilbao tiene el marchamo garantista del toro íntegro y con un trapío que da mucho miedo. Todo arrancaba ayer con la corrida de rejones y hoy hollarán la arena negra de Vista Alegre los albaserradas de Victorino para una despedida de mucho calado sentimental. Hoy se va de Bilbao Manuel Jesús El Cid, el torero que cuajó la mayor gesta vivida en esa plaza en todo cuanto va de siglo. El saltereño, una vez, decidió encerrarse en solitario con seis grises de Victorino para no sólo salir con bien de la prueba, sino con un triunfo de una rotundidad incontestable. Ya tenemos entretenimiento en estas tardes caniculares, que si Sevilla es el rito y Madrid la exigencia, en Bilbao se aglutina la rigurosidad con el respeto.
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