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Tomás García Rodríguez

Doctor en Biología

La infanta María Luisa en su 'catedral'

Todos somos responsables de que se mantenga el espíritu de este singular oasis urbano

La Exposición Iberoamericana de Sevilla se celebra en 1929 gracias a un proyecto iniciado en 1911 y dirigido por Aníbal González. Los antiguos terrenos ajardinados conservados por André Lecolant -en su mayor parte pertenecientes al Palacio de San Telmo y que fueron cedidos a la ciudad por la infanta y duquesa María Luisa Fernanda de Borbón- serían integrados en el plan general por el arquitecto paisajista francés Jean Claude Nicolas Forestier. Bajo su impulso, serán impregnados por el espíritu hispanomusulmán de los jardines existentes en el Generalife o en el Alcázar sevillano, aflorando el fantástico Parque de María Luisa. Como núcleo central, diseña un eje sur-norte que arranca en el Monte Gurugú, continúa por las fuentes de los Leones y de las Ranas, el Estanque de los Patos y alcanza el Estanque de los Lotos. Esta línea principal lleva en paralelo la avenida de Hernán Cortés o de los plátanos de sombra a levante y la avenida de Pizarro o de las sóforas a poniente, todo ello entrelazado por maravillosas glorietas y senderos. En 1965, se coloca en el extremo norte del eje una estatua sedente en bronce de la infanta creada por Enrique Pérez Comendador, la cual es una réplica de otra tallada en piedra por el mismo artista décadas atrás y que hoy se encuentra en Sanlúcar de Barrameda.

A los pies de la infanta, el sugerente Estanque de Los Lotos le rinde homenaje, siendo uno de los enclaves más románticos del parque. Contiene una isleta central con fuente sobre un pequeño lago, quedando presidida por un espléndido almez. Pérgolas con diversas plantas trepadoras, bancos de ladrillo tallado y un hermoso suelo de ladrillo de barro cocido con olambrillas conforman un conjunto que rememora el Patio del Ciprés de la Sultana del Generalife granadino. Cobija aves acuáticas tales como ánades azulones, ocho cisnes -cuatro de ellos procedentes del Estanque de los Patos y que generaron aquí cuatro crías viables la pasada primavera- y exóticos patos criollos de reciente introducción. En el entorno cercano, crecen atractivos ejemplares arbóreos de especies como el naranjo agrio, el palo borracho, la higuera de Bahía Moretón, el plátano de sombra, el parasol de la China, la acacia de tres espinas, el braquiquito, el olmo, el ciprés de los pantanos...

El Parque de María Luisa se engrandecería tras su fundación en 1914 con nuevos senderos, nuevas glorietas y plantas, manteniendo el hálito mágico infundido por J. C. Nicolas Forestier, que sigue presente a pesar del paso de los tiempos. Todos somos responsables de que se mantenga el espíritu esencial de este singular oasis urbano para que pueda ser revelado en los siglos venideros. Es plausible vislumbrar que la traza latiente en el vergel evoca una catedral con tres naves, culminando la central en un ábside de ladrillo y pérgola en su cabecera, tras el Estanque de los Lotos, que acoge en una bella glorieta-altar a la duquesa de Montpensier presidiendo su Parque bajo la bóveda celeste...

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