La aldaba
Carlos Navarro Antolín
El desgarro de la muerte en el Parlamento de Andalucía
La ventana
POSIBLEMENTE sea menos digerible la reacción que el hecho, cómo se intenta justificar por correligionarios la impresentable acción de robar que la del atraco en sí. El atraco, que no fue otra cosa que atraco con mayúsculas, fue deleznable, inadmisible aún más cuando a la cabeza iba un aforado, pero cómo se justifica por parte de personajes que nos gobiernan resulta de todo punto vergonzoso. A un tío que por antifaz llevaba su condición de aforado, amparándose en la impunidad que le otorga la ley, no hay por dónde cogerlo, es un impresentable que no debiera tener sitio en esta sociedad que se va a pique que escarba. Esconderse en la ley para quebrantar la norma que nos conduce no puede contar con ningún tipo de justificación. Y en este caso, la única muestra de decencia mostrada ha sido la negativa de alguna ONG en hacerse cargo del género robado. Sí, robado, y con premeditación, alevosía y violencia.
También te puede interesar
Lo último