La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Era urgente guardar silencio, alcalde
Era lunes, pero no ese lunes marrón que canta Sabina, sino un rutilante lunes en el que estar al sol era entrar en una especie de nirvana especial, muy especial. Era lunes y los efectos de Filomena habían tendido a desecarse, con lo que ni había necesidad de paraguas, aunque sí de ropa de abrigo, mucho abrigo, de más abrigo de lo habitual en estas tierras tan templadas. Era lunes y los telediarios ya habían levantado el pie de ese acelerador informativo que hablaba de personas incomunicadas, carreteras intransitables y aeropuertos herméticamente cerrados. Claro que no todo era estar al sol y sí había mucho de lunes al sol donde crece la desesperanza mientras la cuesta se empina más y más. Pasear al sol de ese lunes era una delicia si no fuese por los calenturientos pasajes que circulan por la sesera particular. Era lunes y se estaba levitando, pero en cuanto uno despierta...
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