Sufriendo y apretando los dientes, el Sevilla supo superar el primer match ball que hacía peligrar el honor del fútbol español. Un capítulo basado en la épica y que lustra la historia del club de Nervión a la espera de rematar el viernes la faena. Y dentro de ese recital épico hay que constatar que estaríamos hablando de otra cosa de no haber sido por un portero que iba rodeado de desconfianza y que ya es el héroe de esta aventura en tierra germanas.

Se trata del hombre que se pone Bono en su dorsal y que atiende por Yassine Bounou, nacido en Montreal hace 29 años y de nacionalidad marroquí, que es la de sus padres. Llegó a España en el verano de 2012 por el Manzanares para defender la meta del filial del Atlético de Madrid, estuvo cedido en el Zaragoza dos cursos para ser traspasado al Girona. En Montilivi vivió el ascenso a Primera, luego fue suplente de Gorka Iraizoz y vino al Sevilla esta temporada.

También en calidad de cedido con una opción de compra por cuatro millones de euros, Bono ya está en el corazón del sevillismo. Antes de esta reanudación, nadie hubiera apostado por su continuidad en Nervión, pero la lesión de Vaclik ante el Eibar le dio una oportunidad que ha aprovechado de forma sobresaliente. Tanto que, restablecido el checo, Lopetegui no ha dudado en darle la titularidad en esta Liga Europa que lo está elevando al Olimpo del sevillismo.

Roma, Wolverhampton y United sólo han podido batirle una vez y desde el punto de penalti, pero es que lo realizado en el primer cuarto de hora del segundo tiempo ante los red devils rozó lo estratosférico, Aún se estarán preguntando Rashford y, sobre todo, Martial cómo pudo el portero adivinarles las intenciones. Inconmensurable este hombre y menos trabajo para Monchi, pues a ver qué portero, y a ese precio, existe en el mercado para que se vaya Bono, ese extraterrestre.