DERBI Betis y Sevilla ya velan armas para el derbi

Un día en la vida

Manuel Barea

mbarea@diariodesevilla.es

La masa sevillana

Mogollón de sevillanos corrieron para comprar gayumbos y bragas y otros en la maratón nocturna

Bajo la premisa de Prietas las Filas y tarareando el Agrupémonos Todos se han sucedido estos días en la ciudad un par de acontecimientos que denotan el aprecio autóctono por la transpiración colectiva: la inauguración y apertura del centro comercial de Torre Sevilla y la Carrera Nocturna del Guadalquivir. La masa sevillana se mantiene compacta, turgente. Y muy esponjosa. Estando localizados sus momentos de mayor apogeo y máxima expresión en las manifestaciones multitudinarias de Semana Santa y Feria, en las que exhibe músculo y maneras, el ocio/negocio que saca tajada de la muchedumbre ya no se limita a estas primaverales fiestas y en cualquier otro momento del año propone y facilita -es decir, conduce y empuja- desde la muy auspiciada y publicitada fórmula público-privada a escenarios que refulgen como dechados de optimismo, bienestar y prosperidad: el capitalismo acaricia y arrulla los oídos echando a cantar a sus Sirenas su exitosa versión low cost y el totalitarismo más subterráneo vuelve a echar mano de su gran invento desde la muy atlética y clásica Grecia, el deporte. Y así todos bien juntos, muy apretujados, igual que en estas últimas vacaciones salieron pitando a petar las consabidas playas de cada verano -para algunos son de su propiedad-, un mogollón de sevillanos han corrido ahora para ser los primeros en comprar gayumbos y bragas y quedar clasificados en el puesto que fuera en la carrera nocturna, por cierto tan empalagosamente naranja como una marcha de Ciudadanos sobre Sevilla. Aquí la medalla ya la tenían desde el comienzo, en una suerte de acreditación del "yo estuve allí" -como Kilroy- y punto, porque la retirada en más de un caso seguro que tuvo lugar a los dos o tres kilómetros del comienzo de la prueba, tal es el poder de atracción que irradia un botellín de la refrescante cerveza local. La misma que seguro se derramará por hectolitros en esa barra gigante que el próximo sábado se instalará entre el Puente de Triana y la Torre del Oro. Dicen sus organizadores que con ella se quiere reforzar la imagen de Sevilla como capital mundial de la tapa, pero de lo que de verdad se trata es de entrar en ese club que al parecer atrae a tantos, el del récord Guinness por haber hecho tal cosa más grande (... o tenerla, no sé). Y aquí, sin duda, hay otro reclamo a la masa, sin la que la megatasca no funcionará. Pero el gentío responderá. Porque éste no es sino otro lugar, uno más con un elevado número de habitantes que reaccionan eufóricos a los estímulos de la globalización con los que son pellizcados y sacudidos. Pasa aquí, ocurre en Madrid y hasta en Springfield. Si Homer Simpson consiguió un récord Guinness para su pueblo, ¿no va a tenerlo también Sevilla?

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