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La mitad de lo próximo

Terminar siendo ex resulta inevitable y lo mejor que podemos hacer es aceptarlo con resignación

Hay hechos que nos igualan a todos. Por ejemplo, los y las ex. Todos tenemos a alguien que fue nuestro jefe, pareja, amiga o compañero. En nuestra vida siempre hay quien fue y ya no lo es. De igual manera que todos hemos sido algo que ya no somos. Así que la sociedad está llena de ex y todos y todas somos el o la ex de alguien o de algo. Si les parece exagerado, acudan a cualquier conferencia de esas que se hacen para homenajear al ponente, a poder ser en un buen hotel y en horario de desayuno más que de cena (los almuerzos son para trabajar) y verán que el común denominador dominante entre los asistentes consiste en la enorme cantidad de personas que un día fueron y que acuden allí para dejarse ver y mostrar que aún están vivos. Porque una de las maneras de hacerlo es aparentar actividad, aunque sólo sea a la hora de rendir pleitesía y abrazos a los césares de hoy.

Mutar de ser a ex necesita de cierta valentía, mucha resignación y sabiduría para no descarriar por terrenos abonados al resentimiento o la nostalgia. Hay quien se amolda al paso del tiempo y a la pérdida que esto siempre conlleva. Pero otros se resisten y lo llevan mal. Pobres inocentes. Terminar siendo ex resulta inevitable y lo mejor que podemos hacer cuando el momento llega, es aceptarlo con resignación y dar las gracias por el tiempo en que fuimos los titulares del equipo. Todos creemos en un momento dado estar viviendo nuestra historia y, sin embargo, siempre resulta ser únicamente un capítulo más.

Luego están quienes en su día fueron nuestra pareja de baile. En estos tiempos en los que tanto se lleva el amor líquido, ese que adquiere la forma del recipiente que lo contiene, tener un o una ex es como poseer el pasaporte Covid de que se ha vivido con cierta intensidad. De ahí que abunden más las vocaciones para ser abogado matrimonialista, que para ser célibe. Pero los ex son un mal necesario que nos enseñan, sin embargo, muchas cosas buenas. Por ejemplo, aquello que no queremos. No conviene perder el tiempo en exceso añorando a quien un día quisimos hasta creer imposible vivir sin su presencia; y mucho menos soñando con vengarse en caso de afrenta por su parte. Cuando el presente nos abandona y nos coloca en el pasado justa o injustamente, lo más inteligente consiste en centrarse en cambiar el futuro, a poder ser sonriendo a quienes pretendían hacernos llorar. Porque en inglés ex es la mitad de lo próximo (nEXt). Y de abandonar e irse los británicos saben mucho.

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