Un museo... ¡de Semana Santa!

Proponemos que se erija en La Palmera y compita con otros edificios que ya se han cargado el fino entorno

Al parecer, un candidato a presidir el Consejo de Cofradías, el postulante José Félix Romero, no se explica cómo no existe en Sevilla un Museo de Semana Santa. A modesto servidor, veterano paño de perplejidades, lo que le resulta inexplicable es que alguien pida la creación inmediata de un museo cofrade. ¿Más Semana Santa y más ombligo? ¿Invertir en el bucle ensimismado de siempre? Los museos del ramo se hallan en las iglesias respectivas donde moran cada una de las hermandades. Una vez al año la Semana Santa, como colección permanente, sale a la calle y se convierte en una vasta yincana patrimonial y religiosa al aire libre. No hay museo más increíble y mayestático que éste. Respetamos y en parte hasta nos agrada esta herencia cultural, por mucho que nos repelan, entre otras cosas, ciertos tipos de cofrade lamido y las imágenes modernas pero pavorosas de vírgenes y cristos color pechuga de pavo en finas lonchas, que nos recuerdan, en el mejor de los casos, a muñecas diabólicas o a los barbados Geypermanes de nuestra niñez (hoy convertidos en otro divertido icono de la hermandad gay).

Se deduce que el citado postulante propone nuevas vías de ingresos para el Consejo. No nos parecería mal que el centro sirviera de cepillo permanente para cubrir gastos y destinar caridades para con el prójimo. Pero, ¿dónde se ubicaría el museo? Como ya no nos asustan las fantasías del orbe cofrade, sugerimos que esta especie de duomo penitencial se alce sobre un enorme y diáfano edificio de nueva planta. Proponemos que se erija en La Palmera, para que compita con otros edificios grandes y cúbicos que ya se han cargado con estratégico afán el fino entorno.

En suma, ¿es necesario un Museo del Bucle? Salvo que el centro de interpretación cofrade sea de titularidad privadísima, la ciudad precisa de otros muchos equipamientos públicos, originales y, por supuesto, ajenos a ordenanzas redactadas con el lenguaje buenista, huero y pestiñoso de hoy (léase, si hay bemoles, el proyecto municipal Espacio Sevilla Joven para acabar con la botellona). Otros lugares tienen más suerte. Hemos leído con nostalgia que el Museo Internacional de Títeres de Albaida (Valencia) va a ser el destino fijo de la añorada Bruja Avería y el resto de Electroduendes, aquellas marionetas del programa La bola de cristal de los ochenta. Nos habría gustado que la inefable Bruja Avería ("¡Viva el mal, viva el capital!") hubiera recalado en Sevilla para ser exhibida en cualquier museo óptimo dedicado a las inocencias perdidas. Lástima.

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