La ventana

Luis Carlos Peris

lcperis@diariodesevilla.es

Tras la noche más grande que da la vida

Aunque haya habido globos y no carrozas, aunque en vez de roce y bulla haya habido virtualidad, mucha virtualidad y ni una sola batalla por el caramelo perdido, la noche habrá sido como siempre. Imagino que habrá discurrido entre la inquietud del niño y la emotiva duermevela de los padres esperando esa amanecida de ilusión y gozo que es cada mañanita de Reyes. Noche de dormir con un solo ojo y oído aguzado en el niño que imagina en cualquier ruido la llegada de Baltasar. Noche que combina la emoción del presente con la nostalgia del pasado, muy lejano por cierto. Aquella alegría insuperable al ver las primeras botas de fútbol o el mecano que nos propiciaba la acometida de mil proyectos diferentes. Son dos juguetes que permanecen en la memoria por lo que significaron en su día y por lo que permanecen en nuestra memoria. Noche de Reyes, qué grande.

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