La ventana

Luis Carlos Peris

lcperis@diariodesevilla.es

Un paisaje que evita el aburrimiento

Cuando vi toros por primera vez fuera de Sevilla, la sorpresa fue tremenda. Aquello no tenía nada que ver con lo que llevaba viendo desde mi más tierna infancia de la mano de mi padre en una grada del 11, pegadito a la música. La plaza era la de Alicante y se parecía a la nuestra como un huevo a una sandía. Anuncios por doquier, una megafonía insufrible que igual publicitaba el anís del Coral que el Colacao y, el colmo, un tío mostrando un enorme caramelo Pictolín en la mismísima boca de riego. Eso contribuyó a no darme opción a un análisis objetivo del festejo, que eran muchos los árboles que me impedían ver el bosque. Eso lo recuerdo cada tarde, cuando confirmo que no hay mejor antídoto para el tedio que pasear la vista por esa joya que es la plaza de Sevilla... y con la Giralda asomando por el 12.

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