La aldaba
Carlos Navarro Antolín
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La ventana
ESTE tiempo de vísperas gozosas para la gran celebración de Sevilla está lleno de pistoletazos de salida, de un repetido kilómetro cero como punto de partida para toparse con el primer nazareno, que nunca se sabe si será uno de la Estrella por el puente o, lo más probable, de uno blanco de la Paz camino del Porvenir. Este tiempo de vigilia semanasantera está plagado de puntos de partida, que punto de partida es el Miércoles de Ceniza o el traslado por Pureza hasta Santa Ana. Y punto de partida para la inminencia de lo inenarrable es, lógicamente, el Pregón, ese acto que este año despierta una expectación insólita por la excelencia de lo que se avecina en una hora y cuarto de vivencias, connotaciones y magia oral. Pero lo que nadie podrá poner en duda es que ayer hubo un kilómetro cero muy especial, el comienzo del montaje de los palcos en la Plaza. Kilómetros cero habrá muchos, pero como ése muy pocos.
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