Tiempo de vísperas gozosas, muy gozosas en la ilusión de lo que está por venir, que es nada más y nada menos que la de ver a la burra bajar por la rampa. Ilusión por lo que está por venir trufado con la austeridad cuaresmal para que los días no se hagan interminables en este tiempo de esperanza. Moroso discurrir de un tiempo de quinarios, ensayos y proliferación de viacrucis que palian una espera tan morosa. Si el otro día nos recreábamos en cómo Triana había vivido una Madrugá al conjuro del de las Tres Caídas, hoy tenemos que pararnos en cómo vibró el barrio macareno acompañando al Sentenciado por sus calles. Viacrucis en las calles que hacen que las vísperas aligeren en busca del tiempo deseado, intimismo en los templos con la profusión de cultos, tiempo que parece varado y ya mismo la rampa a tope.