La aldaba
Carlos Navarro Antolín
El desgarro de la muerte en el Parlamento de Andalucía
Rilke inanimado testificaba aquella peregrinación que buscaba la verdad del toreo en las telas excelsas de Antonio Ordóñez. Iban en este sábado de septiembre como a la búsqueda de una tierra prometida y lo hacían acarreando todo el glamour de sus nombres, siempre en la alineación titular de la jet. La Goyesca, junto a la Beneficencia madrileña y el Domingo de Resurrección sevillano, completaba la trilogía de festejos que uno no podía perderse en la temporada. Al conjuro del gran Antonio Ordóñez, Ronda se embellecía hasta lo insólito como escenario de una corrida única. Se fue Antonio y su nieto mayor procura que la Goyesca siga lustrando la temporada y así llegamos a estos umbrales septembrinos con un cartel rutilante en el que otro nieto, Cayetano, se ve emparedado por Morante y Roca Rey, casi nada al aparato, pero de aquel encanto no queda mucho.
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