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Manuel Barea

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De perros y hombres

Lo de las cacas y el pipí de los perros centra serios debates en los muy cualificados foros de las redes sociales

Lo de las cacas y el pipí de los perros, como otros tantos centenares de asuntos cotidianos que a muchos (pre)ocupan, ha sido estos últimos días -y lo seguirá siendo en los venideros- motivo central de serios debates en los muy cualificados foros de las redes sociales, en los que las opiniones y juicios vertidos se han regido, como es habitual, por la reflexión pausada y el verbo comedido y ajustado, a la par que expresado en un perfecto español mediante el uso de una ortografía y léxico impecables. Y no sólo en las redes sociales. También en la prensa en su versión o formato digital, la que permite en estos tiempos a los ciudadanos más comprometidos con los enjundiosos problemas de la ciudad -todos ellos versados en el asunto que les concierne y los ocupa- dejar a pie de información a los treinta segundos de su publicación sus dictámenes, puntos de vista y experiencias propias en una demostración de civismo que refleja el alto grado de implicación de buena parte de la sociedad civil en el análisis y la resolución del conflicto. Y siempre, hay que insistir en ello, con "el dardo en la palabra" -siguiendo las magistrales indicaciones del profesor Carreter- para dejar constancia de esta forma de su excelente nivel a la hora de utilizar el lenguaje -fijo, limpio y esplendoroso- cuando se trata de exponer el tema, ejercer la crítica y presentar propuestas. Da gusto al plumilla encontrar estas apreciaciones, matizaciones y hasta correcciones tan nutritivas para su tarea de informar, prestadas siempre desde el libre encuentro y la muy democrática confrontación de ideas por parte de ciudadanos que, para preservar el sagrado derecho al anonimato, ofrecen sus clarividentes testimonios acerca de las meadas y las cagadas caninas bajo originales pseudónimos y alias que los encomian como humildes vecinos que lejos de envanecerse y presumir con sus certeras intervenciones optan por la ocultación de su identidad impidiendo así, desde la más exquisita modestia, la felicitación y el agasajo tanto de allegados como de desconocidos, pues no persiguen con su opinión el aplauso ni el éxito ni la gloria, sino que tan sólo les mueve el interés general, el bien de la comunidad y la convivencia entre los que tienen perros y los que no. Se retroalimenta así, de tan sutiles como eximias maneras, pues, el enjundioso debate sobre las necesidades fisiológicas del mastín y del caniche, del ratonero y del bulldog, del galgo y del podenco, por citar sólo algunas de las muchas razas que son sacadas a pasear y a que se alivien por calles y plazas. Como yo voy a hacer justo ahora con el mío, que lleva un rato poniéndome cara de hacérselo todo aquí dentro y no es plan. Ah, y tranquilos, comenten lo que quieran: llevo botella con agua y desinfectante para lo uno y bolsitas para lo otro. Y feliz semana a todos y a sus mascotas (los que las tengan, claro).

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