Lo posible

'Lo posible' es una buena vara de medir ahora las decisiones que se toman en la casa y en la ciudad

04 de diciembre 2020 - 02:30

Una amiga, a la vuelta de mi recomendación de que leyera los pecios de Rafael Sánchez Ferlosio, me envía una reflexión del mismo sobre el concepto normalidad. Dice Ferlosio que tenemos algo así como la convicción y la confianza de que hay una normalidad a la que volver, "con un suelo seguro y permanente, una horizontal de equilibrio, a la que siempre han de volver las cosas tras los ocasionales disturbios o perturbaciones (…) que alteran la calma e interrumpen momentáneamente la constancia y la fidelidad del mundo". Volver a la normalidad -prosigue- es "la expresión más profundamente representativa de nuestra sociedad burguesa, liberal y acomodada". Lo que entendemos por normalidad es, muy probablemente, una idea del mundo, una referencia aproximada con respecto a un ideal. La normalidad no es nueva ni es vieja, es semoviente e ideológica, aunque cristalice en realidades. Más nos valiera tenerlo claro.

Disculpen la filosofada, así sin anestesia, bajo el balón a tierra: en Sevilla, hay quienes esperan volver a una normalidad que no sabemos si está caducada, que tenía cosas muy hermosas y otras que no llevaban buen camino. Me pregunto si este shock colectivo nos permitirá volver a confiar como antes en la bulla, la angostura y el contacto físico. Las cosas que no llevaban buen camino, y que nos querían colar como buenas para la prosperidad, intentarán volver a su derrotero. Pero en Sevilla también hay quienes se centran en seguir viviendo como se pueda en este momento: esta postura, que me parece más acertada, es la de "hacer lo posible". Hace lo posible, sin estrangularlo, la sevillana Casa de los Poetas y las Letras, que ha elegido la sobremesa -momento del día muy propicio a la tertulia- para continuar su programación. Está haciendo lo posible la Feria del Libro Antiguo, que aun sin saber con qué presupuesto contaba de la subvención que concede el Ayuntamiento, tiró palante en esta edición virtual en la que no podré encontrar casualmente, pero al menos sí buscar en su página web cualquier libro que tenga en ganas. Hace también lo posible quien no hace más -ni menos- que lo posible. En esta época donde está sobrevalorados el emprendimiento, y la reinvención, acaba por ser sano decirse a uno mismo "hasta aquí he llegado". Habrá quien entone la endecha por el cierre de algunos negocios, que hubiéramos querido que hubieran resistido al embate del virus y, quizá en cambio, no se les lloraría tanto si los hubiera devorado el falso Progreso. A nadie se le puede pedir lo imposible, ni resiliencia hasta reventar, a no ser que estemos dispuestos a exigir que se les ayude o de arrimar nosotros mismos el hombro. Lo posible, en estos tiempos raros que cuestionan hasta a la sacrosanta normalidad, no me parece mala vara para medir las decisiones que se tomen, en lo personal y en lo político, en la casa y en la ciudad.

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