FERIA Toros en Sevilla en directo | Cayetano, Emilio de Justo y Ginés Marín en la Maestranza

¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

Lo primero es limpiar, señor alcalde

Un buen alcalde debe tener algo de barrendero, algo de sereno, algo de jardinero y algo de guardia de tráfico

Estos tiempos confusos y convulsos son así, señor alcalde, un día uno está recibiendo el susto de una PCR positiva y al otro le dan el bastón de mando de la ciudad. Antes que nada, enhorabuena por el cargo, y mucha mierda, como dice la farándula. Pero vayamos al grano: lo primero que tiene que mejorar es la limpieza de la ciudad, uno de los problemas históricos de Sevilla que nadie soluciona. Un buen alcalde debe tener algo de barrendero, algo de sereno, algo de jardinero y algo de guardia de tráfico. Sé que estos temas domésticos (la limpieza, el descanso de los vecinos, la arboleda o la movilidad) no son tan divertidos como los grandes asuntos estratégicos que sirven para viajar a Nueva York. Pero no tenga la menor duda que los vecinos los tendremos muy en cuenta a la hora de votar en las próximas elecciones municipales. En ese momento nadie pensará en la memoria histórica (deje que cada uno tenga la suya, no imponga) ni en la iluminación navideña, sino en la suciedad de las calles, el jaleo del bar de la esquina, la calidad de las zonas verdes o los atascos.

Pero me centraré hoy (otra vez) en la limpieza. Recientemente, un buen amigo editor me narró el día que fue a recoger, ya no recuerdo por qué razón, a Esperanza Aguirre al Hotel Inglaterra. Nada más salir a la Plaza Nueva el comentario de la frustrada Thatcher española fue hiriente: "Qué sucia está la ciudad". En odiosa comparación podemos decir que da gusto pasear por esas aceras anchas de Madrid limpias como una patena, que diría un castizo de Arniches. Y eso que estamos hablando de una ciudad con 3,2 millones de habitantes y el trasiego habitual de una gran metrópolis. ¿Qué pasa en Sevilla, por qué no alcanza el estándar capitalino? ¿Se debe quizás a razones antropológicas? ¿Somos los andaluces más guarros que el resto de la civilizada Europa? En absoluto, alcalde, sólo hay que darse un paseo por la lejana y solitaria Córdoba para ver que una ciudad meridional y mariana puede relucir tan limpia como una villa septentrional y calvinista. El sevillano, como buen sapiens, es un mono empático: si la ciudad está sucia él se encargará de emporcarla aún más. Y viceversa. La porquería, como el dinero, atrae a su homóloga.

Lo cierto es que Lipasam va mal desde hace mucho tiempo. Probablemente por una mezcla de falta de recursos y defectos organizativos. Hay que hacer cambios, ponerle las pilas al personal, cambiar una inercia que nos avergüenza como ciudad. No es mal reto para un alcalde. Céntrese en ese tema y tanto los aborígenes como esos turistas que tanto le gustan se lo agradeceremos.

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