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Un día en la vida

Manuel Barea

mbarea@diariodesevilla.es

Si pudiéramos marcharnos y volver hace diez años

No se trata de dejarse enredar por la nostalgia, deja una resaca emocional como esa bebida que entra tan bien

En Encubridora, de Fritz Lang, el guionista Daniel Taradash hace que Altar Keane, el personaje que interpreta Marlene Dietrich, pronuncie una de las frases más hermosas y tristes -y por lo tanto terrible- sobre el amor y el paso del tiempo oída en la historia del cine. Oída en la vida. Porque condensa todo el anhelo y el deseo que nunca será satisfecho. Ofrece con ella una píldora de dulce veneno concentrado. Lo que pudo haber sido no lo será jamás. Lo que creímos que debíamos tener y siempre estuvimos tan lejos de alcanzar y de poseer.

"Si pudieras marcharte y volver hace diez años".

Encubridora (Rancho Notorius) ha regresado, ella sí, en el tiempo, para abrigarnos y hacer algo menos inhóspitas y desangeladas estas frías y oscuras noches de primeros de diciembre de este 2020 gracias al canal TCM. La película continúa hacia su desenlace, pero uno ya se queda dándole vueltas a la frase en medio de la madrugada. Ya poco o nada importa la hora. Hay sentencias que te dejan insomne, mucho más excitadoras que un café negro. Si además esas palabras salen de los labios de la Dietrich mientras desde el otro lado de la pantalla, a dos palmos del sofá, te clava la mirada más poderosamente lánguida que ha tenido una mujer, entonces ya te espabilas más que en cualquiera de aquellas anfetamínicas fiestas de juventud de hace no diez, sino veinte y más años.

No se trata de dejarse enredar por la nostalgia. Se parece demasiado a esa bebida que tanto te gusta, que tan bien entra y que paladeas en cada sorbo, repitiendo un segundo y un tercer vaso. De sobra sabes que la resaca emocional que trae consigo te va a dejar laminado por la congoja, y por eso, a la más mínima señal de pesadumbre te sirves el cuarto, creyéndote crecer, igual que en ese bar al que ibas casi cada noche al acabar la jornada y que desde hace tanto está cerrado ahora desde la maldita hora de las seis de la tarde. Pero el barrunto de la frase de Altar Keane ya no te va a soltar hasta el alba, cuando caigas vencido por el cansancio y te sumerjas a soñar puede que con espectros del pasado y con lo que pudo haber sido y no fue y no será, ya, nunca jamás. Y antes, dado el panorama, has cogido la frase y la has transformado, cavilando en todo lo que está pasando, y pensando en todos, por la de "Si pudiéramos marcharnos y volver hace diez años".

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